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Santo Domingo de la Calzada y Grañón volvieron a verse las caras este martes. Amistosamente. Nada que ver con lo ocurrido hace unos cuantos siglos, cuando ambos municipios pleitearon por la propiedad de una dehesa y, para evitar un derramamiento de sangre, acordaron que dos vecinos –uno por cada concejo–, lucharan cuerpo a cuerpo y que las tierras fueran para el municipio del vencedor. Ganó Martín García, el de Grañón, que se había alimentado de caparrones y que supo contrarrestar la treta del calceatense, que acudió a la cita embadurnado de grasa para que el contrincante no pudiera asirle, con un método tan poco ortodoxo como efectivo, que vinculó su dedo corazón con el ano del rival.
Esta vez, ambas localidades volvieron a encontrarse en la 'Cruz de los valientes', en homenaje a aquellos dos luchadores que participaron en un hecho que ya se cita en algún documento del siglo XVI como antiguo y que, posteriormente, la leyenda se encargó de adornar. Según algunas versiones de la misma, ambos contendientes murieron, pero no parece que fuera así. Javier Pérez Escohotado, cuenta de Martín García, en 'Chascarrillos, dichos y decires en el habla de La Rioja', que, «aunque no murió en la pelea, quedó muy quebrantado y esto aceleró su muerte». Del calceatense indica que «tuvo que sufrir el rencor, la vergüenza y el anonimato histórico. Decidió entrar de hermano lego en una orden religiosa y murió, dicen, con grandes muestras de arrepentimiento y virtud». Pero quién sabe. Del ganador, en fechas significativas de Grañón, se sigue rezando una oración por él.
Las asociaciones Amigos de la Emita de Carrasquedo (Grañón) y Ayuela (Santo Domingo de la Calzada), los recordaron este martes. Primero en la 'Cruz de los valientes', donde José Ignacio Palacios leyó un poema de Javier Díez Morrás, cuyo final reza: «A fe que no hubo en el mundo disputa tan alabada, como la que hoy une a dos pueblos en copiosa caparronada». Porque después, en la ermita de la Mesa del Santo, el homenaje se materializó en unas 750 raciones de caparrones, preparados in situ. Y así, a dos carrillos, ambos pueblos recordaron un sucedido histórico reconducido hacia la concordia y, cómo no, la gastronomía.
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