Sin guardería no hay conciliación

Tania, una de las madres afectadas, lamenta que, «tras toda una vida viviendo en Santo Domingo de la Calzada y siendo mujer trabajadora desde los 17 años, hoy no puedo trabajar porque mi hija de 10 meses no tiene plaza en la guardería». Cuenta que el año pasado le ocurrió lo mismo y se vio obligada a llevar a su hija a la guardería de Haro. «Madrugo yo o mi marido, vestimos a la niña, la metemos en el coche y hacemos 20,4 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, todas las mañanas y tardes de lunes a viernes. En total, 816 kilómetros/mes, coste económico, coste temporal y riesgo en la carretera cada día».

Tania no entiende que en una localidad de más de 6.000 habitantes existan 20 plazas de guardería ni que «la Ley me ampare para llevar a mi jefe ante los tribunales exigiendo conciliar mi vida laboral y familiar, y sea la mismísima guardería y la Administración que la gestiona quienes me priven de trabajar por no tener con quién dejar a mi hija, por no ofertar un servicio digno y acorde a las necesidades de sus habitantes, y a ellos, yo no los pueda llevar ante un juez».

Pilar, otra de las madres, afirma que «decidimos irnos a vivir a Santo Domingo, porque creíamos que íbamos a contar con el apoyo socioeducativo para nuestros hijos y nos hemos encontrado con que no hay recursos para nosotros», dice. Opina que «la sociedad riojana no puede dejar solas a las familias en esa tarea», más incluso –dice– «con el problema demográfico existente en la España rural». Considera que «todos los niños tienen derecho, sin discriminación, a las medidas de protección que su condición de menor requiere, tanto por parte de su familia, como de la sociedad y las instituciones, y en esta tesitura el Ayuntamiento y el área de Servicios Sociales nos ha fallado y mucho», lamenta. A continuación, «suplica» ayuda, porque la necesidad es grande.

Lara y Estéfano se habían organizado hasta septiembre, cuando comienza el curso, «con la baja paterna, la materna y con vacaciones de los abuelos». Ahora se encuentran sin plaza y sin saber qué hacer.

«Tendremos que seguir tirando de la familia y haciendo malabares, porque no para todo el mundo es viable pedir una excedencia o asistir a otras guarderías, además de los riesgos que ello implica. Tener que transportar a tu hijo en coche a otro municipio teniendo una guardería en el tuyo, es de risa», dicen.

Hablan de la vulneración del derecho a la educación y a la conciliación laboral y familiar; de baremos desfasados... «Quieren que tengamos hijos y que la mujer trabaje para que exista una igualdad real y luego a la hora de la verdad no se proporcionan medios, y más aún sabiendo que hay dos espacios libres que se podrían habilitar para admitir a más alumnos», indican. «Parece ser que lo más efectivo es tirar de la familia tradicional como toda la vida, aunque la familia trabaje. Así no avanzamos», afirman.