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El joven Hugonell peregrinaba a Santiago de Compostela junto a sus padres cuando al pasar por la localidad de Santo Domingo de la Calzada hicieron parada en una posada. La hija de los dueños quedó prendada del mancebo y no dudó en hacerle saber sus ... libidinosos deseos, pero el joven la rechazó. La despechada mujer –en realidad un títere en manos de la providencia divina–, puso en marcha el que terminaría convirtiéndose en uno de los milagros más conocidos de la Edad Media. Escondió una copa de plata en el zurrón de Hugonell y, a la mañana siguiente, lo delató. Entonces, el robo estaba condenado con la horca, de la que el peregrino alemán no se libró. Los padres pidieron la intercesión de Santo Domingo. Cuando se acercaron al lugar del que pendía su hijo muerto este les habló y les dijo que había sido salvado por el santo calceatense. Los padres acuden raudos al Corregidor para que ordene descolgarle de la horca, pero el mandatario no les creyó. «Su hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me dispongo a comer», ironizó. En ese momento, las aves se recubrieron de plumas, se levantaron del plato y cantaron. Desde entonces se dice: «Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada».
El milagro vuelve mañana, viernes, a la plaza de España, donde, hasta el domingo incluido, a las 20.30 horas, se representará esta escena, junto con la de las panaderas. La pandemia ha reducido 'Los Milagros del Santo' a su asunto principal, aquel que colocó a la ciudad en el mapa: todos los peregrinos querían conocer el lugar donde había ocurrido tan portentoso hecho, que se convirtió en el milagro más conocido de la Edad Media. Existen menciones y relatos anteriores al del peregrino ahorcado, localizados en distintos lugares y atribuidos a Santiago. El gallo y la gallina es la 'singularidad calceatense' y no aparece, documentalmente, hasta el año 1350, en un legajo del archivo de la catedral de Santo Domingo de la Calzada sobre una bula concedida por el Papa de Avignon, Clemente VI, por la que se conceden indulgencias a los fieles que ayuden al culto de la catedral, asistan a sus oficios divinos o miren el gallo y la gallina que hay en la iglesia. Las aves, por tanto, ya estaban en ella por entonces. El gallinero actual es posterior, del siglo XV.
La divulgación de aquel milagro, que corrió de boca en boca gracias a los peregrinos, contribuyó a fijar el Camino de Santiago en la localidad calceatense. Fue, sin duda, una eficaz herramienta para atraer hacia ella a los peregrinos y viajeros en general, muchos de los cuales dejaron escrito en sus relatos su paso por la localidad, incluida la costumbre de hacerse con alguna de las plumas de ave como prueba de su paso por la misma. En el gallinero catedralicio pueden verse las marcas de los cayados, con los que intentaban asustar a las aves para que estas soltaran alguna pluma y hacerse con ella como amuleto.
El milagro es el santo y seña de la ciudad calceatense, donde puede resultar hasta curioso que, más allá de sus templos, no haya ninguna escultura dedicada al mismo, tampoco al gallo y la gallina. Lo más parecido es una pequeña hornacina de piedra en el muro que cierra, en la calle Mayor, que recuerda el lugar en el que se levantaba la casa en la que vivía el corregidor del milagro.
En el 2014 el Gobierno de La Rioja declaró Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial el patrimonio cultural del milagro del ahorcado y del gallo y la gallina.
Este, de acuerdo con la declaración, se estructura en tres líneas: la primera y principal es la propia leyenda, en la que gracias al eclecticismo propio de la cultura popular, potenciado por el espacio de intercambio que constituyó desde antiguo el Camino de Santiago, se entremezclan motivos de diversa índole para construir una narración muy particular de un milagro recurrente en diversas fuentes medievales.
Otra línea es la dimensión paremiológica que alcanza la difusión de la leyenda en el imaginario colectivo de la localidad que le sirve de marco, que se resume en la ya citada frase 'Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada'. Los refranes no suelen incluir referencias a lugares concretos. Este vincula el milagro con la identidad de la población, lo que le hace especial.
La tercera línea que se tuvo en cuenta a la hora de la declaración de BIC está en la «curiosa dimensión zoológica, arquitectónica y etnográfica» del milagro por la inusual presencia –tanto que es el único templo de la cristiandad que alberga animales vivos– de un gallinero en la catedral.
La historia la cuenta a partir de mañana la Asociación Teatral Calceatense. Teatro en estado puro. Conviene no perdérselo.
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