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Esta semana han dado comienzo los trabajos de restauración de la 'fuente de la ciudad', la primera pública que tuvo Santo Domingo de la Calzada, que data del año 1799, bajo el reinado de Carlos III, 'el mejor alcalde de Madrid'.
Su nombre está grabado en la piedra, aunque su construcción también contó con financiación de la catedral y la 'colaboración' de los vecinos, que trabajaron a vereda y sufragaron con arbitrios e impuestos parte del gasto, que se disparó hasta 94.769 reales.
Finalmente, el vecindario pudo disponer de una fuente que hoy sirve para saciar alguna sed ocasional o refrescarse, pero que entonces era un servicio básico y todo un adelanto, una fuente 'de las buenas': daba 8 cántaros de agua al minuto, procedente de Los Mártires, y tenía un abrevadero de más de 800 cántaras de capacidad y un lavadero.
Ha sido, además, una fuente 'viajera', por cuanto ha tenido tres localizaciones a lo largo de sus 224 años de vida. En sus orígenes, se ubicó en donde hoy está la parada de autobuses, aproximadamente. Muy cerca de ella, en el lugar que ocupa la 'Farmacia Prior', se levantaba una instalación a la que, de alguna manera, ha estado vinculada durante muchos años: la 'plaza de Los Cochinos', a la que, según refiere el doctor en Historia Francisco Javier Díez Morrás, se la conocía en sus inicios como 'plaza de Hierro', por estar hecha de este material. Esta instalación, en la que se vendía ganado, también 'peregrinó' por la ciudad. En los años 20 se trasladó apenas 200 metros, hasta el lugar en el que hoy se encuentran los jardines de Hermosilla. Se estaba reurbanizando la zona en torno al cruce de la carretera de Ezcaray y eso propició, también, el primer traslado de la fuente, que se llevó al cruce de la carretera de Galllinero, donde hoy hay un islote de tierra, usado como aparcamiento.
A este lugar se trasladó en 1946 el pabellón de ganado, momento en el que nacieron los jardines de Hermosilla. La fuente estuvo dentro de él hasta que desapareció la estructura. En 1995, el histórico surtidor fue reubicado en la plaza de La Alameda, donde sigue viendo pasar el tiempo.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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