Historiador. Javier García Turza, en la cofradía del Santo. Javier Albo

«La figura de Santo Domingo se cerró en los siglos XVII y XVIII»

Javier García Turza | Experto en Historia Medieval ·

En el simposio sobre el patrón calceatense habló acerca del contexto civil que enmarcó su vida

Javier Albo

Santo Domingo

Jueves, 17 de octubre 2019, 08:28

Javier García Turza, profesor de Historia Medieval en la Universidad de La Rioja, fue uno de los ponentes del IV Simposio de la catedral sobre la figura de Santo Domingo de la Calzada, en el que ofreció una conferencia sobre el contexto histórico civil del patrón de la ciudad calceatense.

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- Por situar a Domingo García en la época que le tocó vivir, ¿cómo era ese contexto?

- Como casi todos los contextos de la época medieval, es un contexto en auténtico cambio. El Santo nace en 1019 y muere en 1109 y le toca vivir dos monarquías diferentes. Hasta 1076, la mayor parte del territorio riojano va a estar en manos de Navarra, y, a partir de ese año, de Castilla. De tal forma que él va a encontrarse con dos mundos que desde un punto de vista político van a ser sustancialmente diferentes. El Santo, nos cuenta la tradición, es una persona que se va a dedicar a abrir bosques, caminos... Es un momento de una densidad demográfica importante en toda Europa, que implica la necesidad de campos mayores, de forma que se va conquistando al monte una parte de su terreno para plantar cereal o viña. Ese es el momento en el que cabe también Santo Domingo.

- ¿Y de qué manera influye ese contexto en la forja de una personalidad como la de Santo Domingo?

- Es complicado hablar de esto, porque es uno de los pocos casos en los que a una persona se le atribuyen las características o elementos que forjan la creación de una localidad. Normalmente, se suele decir que es el pueblo, el señor del que dependen, el que ha mandado hacer la localidad, el que la está construyendo... En este caso se personaliza todo en Domingo García. Es llamativo. Hay otros casos en Italia, pero este es nuestro caso. ¿Cómo contextualizamos esto? De una forma muy sencilla: durante los primeros años de Domingo, él va a vivir en un ámbito de población, o bien dispersa o en pequeñas aldeas. A partir del siglo XII -no olvidemos que él muere en 1109-, los reyes castellanos van a intentar repoblar y crear ciudades que fortalezcan la frontera que en 1076 se ha creado con Navarra desde que el entonces territorio de la hoy La Rioja ha pasado a formar parte de Castilla. Además, se van a ir creando varias poblaciones desde la antigua vía romana que iba desde Burdeos hasta Astorga, que casualmente es la misma que conduce a Santiago, y por ella van a empezar a entrar numerosísimos pobladores francos, que son los que van a forjar el nacimiento y el desarrollo de un eje de ciudades, por un lado en el propio valle del Ebro y, por otro, sobre esta vía romana, posteriormente Camino de Santiago: desde Logroño a Grañón. Ahí es donde tenemos que insertar a la figura de Domingo García, pero en un ámbito que es mundial y también peninsular. Es decir, que su obra coincide perfectamente con lo que está pasando en ese momento en Europa, en España y por supuesto en el territorio que hoy llamaríamos Rioja.

- ¿Y al revés? ¿Esa personalidad de Santo Domingo pudo tener alguna influencia en este contexto, aunque fuera muy localizado?

- Es muy difícil contestar a esto, porque el Santo, tal como le conocemos hoy, es el fruto de los cambios que sobre su figura ha producido la tradición. Del santo como hombre no sabemos prácticamente nada; lo que conocemos de él van siendo aportaciones que adornan su figura a lo largo de siglos. Yo soy de la opinión que va a ser precisamente en el siglo XIII, cuando no se consigue traer aquí la sede catedralicia cuando se produce una crisis institucional grande y necesitan estos miembros de la Iglesia tener a un santo cada vez mayor y más conocido, sobre todo para que pudiese rivalizar con Calahorra, San Millán, con el obispado de Burgos etc. Es a partir de ese momento cuando la tradición va a empezar a adornar al Santo con innumerables milagros, que, desde luego, en el siglo XII, cuando muere, eran totalmente desconocidos. Estos van a seguir produciéndose en la memoria de la gente que crea tradición a lo largo de toda la Edad Media, de tal forma que serán los hagiógrafos de los siglos XVII y XVIII los que definitivamente van a cerrar la figura del Santo. A partir de ese momento ya no crece más.

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