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Santo Domingo de la Calzada
La esperanza de una ciudad sin obstáculosLas barreras arquitectónicas de los pueblos y ciudades pueden convertirse en un auténtico infierno para muchas personas. Lo que para algunos es un simple bache, una rampa en un paso de cebra o una farola en medio de la acera, puede suponer un desafío en el día a día de vecinos con problemas de movilidad.
Este es el caso de Ana Moreno, residente de Santo Domingo de la Calzada e hija de Anuncia Ceniceros, que, tras sufrir un derrame en el año 2020 es dependiente de su familia. «Entonces iba con andador, que también era un martirio, pero el año pasado se cayó y desde entonces utiliza la silla de ruedas», explica Ana.
«Cuando salió del hospital vivía en el paseo del Espolón y ahí las terrazas estaban petadas, era imposible caminar con una silla, ahí dije 'esto no puede ser' y entonces empecé a dar un poco de guerra», comenta.
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Para Ana, es fundamental dar visibilidad a este problema y encontrar apoyo en otros vecinos y en las instituciones: «Queremos que la gente vea el problema que hay que no solo afecta a las personas con movilidad reducida, también afectan a una madre que lleve en carrito a su hijo», denuncia.
Por ello, pide que el Ayuntamiento destine cada año una parte a solucionar poco a poco algunas de estas dificultades. «Sabemos que hay muchas, mucho trabajo por delante y que no se puede hacer en poco tiempo, pero queremos que una partida de los Presupuestos sea para las barreras arquitectónicas», solicita.
Lorena Alonso es también vecina de la ciudad calceatense que desde el año 2017 sufre una hemiparesia con la que tiene la parte izquierda de su cuerpo sin movilidad. Para ella, que utiliza un bastón para caminar, una simple baldosa suelta puede suponer una caída.
Ahora, Ana y Lorena pertenecen al grupo 'Santo Domingo de la Calzada contra las barreras arquitectónicas'. De momento es un grupo de WhatsApp y se ha creado recientemente en Facebook donde comparten algunos puntos de la ciudad para dar visibilidad a determinados problemas.
El año pasado, además, dieron una charla donde llenaron la sala y presentaron a los vecinos con imágenes los sitios que necesitaban un cambio.
Entonces, se sintieron escuchadas y sintieron su apoyo, pero consideran que «todavía no se ha hecho suficiente».
Algunos de estos lugares son los pasos de cebra de la calle Los Molinos, Román Gimeno, en Donantes de Sangre, avenida de Calahorra o en el Espolón, muy transitado por los calceatenses.
«Queremos que el Ayuntamiento haga cosas y que cuente con nosotros para que les podamos ayudar. Que Lorena les pueda decir 'mira, yo por aquí no puedo caminar por esto', que yo les pueda decir 'mira, yo con la silla no puedo ir por aquí por esto'. Sabemos que ellos no nos cierran las puertas y tienen la intención pero queremos cooperar, que cooperen con nosotros y nosotros con ellos», solicita Ana.
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