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José María Rodrigo ayuda a un peregrino con su bolsa. Javier Albo
Durmiendo en Santo Domingo
SANTO DOMINGO

Durmiendo en Santo Domingo

La mejoría de la situación sanitaria devuelve la actividad al albergue de peregrinos de la cofradía del Santo

Javier Albo

Santo Domingo

Domingo, 6 de junio 2021, 02:00

El albergue de la cofradía del Santo ya tiene su razón de ser: los peregrinos. La mejoría sanitaria los va goteando desde el 1 de junio, cuando volvió a reabrir sus puertas. De momento son pocos. El primer día pernoctaron 5 caminantes; 27 el segundo, 11 el tercero... Pero van llegando.

José María Rodrigo y María Teresa Aranjuelo, priores de la cofradía del Santo, los reciben en el albergue, que no baja la guardia pese a la mejoría de la situación sanitaria. Antes de acceder a las instalaciones, los caminantes pasan por la alfombra desinfectante, se les toma la temperatura, meten sus mochilas en bolsas y se fumiga también sus bastones. Tras tomarles los datos, se les asigna una de las 72 camas disponibles actualmente, el 60% de las que el albergue tiene.

«Procuramos que estén el menor número de peregrinos posible en cada habitación», explica José María. Así, a los caminantes se les van asignando, alternativamente, literas en cada una de las ocho estancias que tiene el albergue, siete de ellas bautizadas con nombres de localidades riojanas jacobeas –Grañón, Cirueña, Azofra, Nájera, Santo Domigo de la Calzada, Navarrete y Logroño–, más otra dedicada a Viloria de Rioja, 'cuna' del Santo.

También hay una habitación para roncadores, con tres camas para que quienes sufren este trastorno solapen su acústica aislados de los demás. «Rara vez viene alguien diciendo que le pongamos ahí porque ronca. Generalmente siempre es alguno de los acompañantes los que nos dicen: A este ponedlo aparte, que ronca mucho», cuenta el prior.

El albergue dispone además de una habitación para hospitaleros y otra para personas con discapacidad. Hay aseos en cada planta y en la segunda están las duchas (6). Actualmente está cerrada la cocina, y, como alternativa a los amplios salones, algunos caminantes ya han descubierto el jardín exterior, donde hace unos días reinaba un ambiente festivo a los sones de una guitarra. Paso a paso, la vida vuelve.

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