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J.ALBO
Jueves, 24 de junio 2021, 02:00
Era un miércoles más, de una semana distinta, al menos en lo meteorológico. Las alertas por tormentas que cada día remitía AEMET llenaban de zozobra los ánimos de los agricultores, especialmente pendientes de un cielo que podía echar al traste, en cuestión de minutos, el ... trabajo de mucho tiempo. Y ocurrió.
Algunos caminantes que se dirigían hacia La Carrasquilla la vieron venir. Una densa nube se acercaba hacia Santo Domingo de la Calzada. «Eso tiene una pinta malísima», comentó uno de ellos. Oscura, con la proa ennegrecida de lo que a alguno se le antojó como un barco enorme, abriéndose paso sobre un cortinón de agua... que finalmente resultó ser más dañino que eso.
Daba miedo, tanto que giraron 180 grados y enfilaron el regreso. Estaban en campo abierto y había que buscar algún lugar en el que guarecerse de la tromba que, sin duda, caería sobre ellos. Tuvieron suerte de que Silviano Sacristán estuviera en ese momento en su pabellón, porque fue entrar en él y el cielo pareció desplomarse sobre sus cabezas, primero en forma de agua y, al poco, en trozos de hielo, muchos del tamaño de una cereza, que al golpear sobre la uralita provocaban un ruido ensordecedor.
Y viento, mucho. Atenuado en el casco urbano por los edificios, en las afueras soplaba sin barrera alguna, con toda su fuerza. Los árboles situados al otro lado de la puerta se movían como tentempiés, a uno y otro lado. Pronto empezaron a caer bolas de hielo que, en minutos, pintaron de blanco el escaso paisaje que se observaba desde el umbral del pabellón. Rayos y truenos ambientaban aún más la escena.
A través de los teléfonos móviles, los caminantes empiezan a tomar conciencia de la magnitud de la tormenta. Las imágenes muestran las calles de la ciudad llenas de hielo. «¡Ostras, un río de agua bajando por Las Bolas!», exclama uno de ellos. Por las pantallas desfilan locales, bajeras y garajes inundados. «¡Madre mía, la que ha preparado!», se escucha.
Amaina. Se despiden de Silviano y le dan las gracias por su oportuna presencia y por el techo, y emprenden el camino hacia la ciudad. Hay granizo por todas partes. Estamos en junio, pero el paisaje podría enmarcarse, perfectamente, en el mes diciembre.
A su paso se encuentran con calles inundadas, como la de la carretera de Gallinero (casas baratas), donde ya es habitual cada vez que llueve con ganas. Llama la atención cómo está todo, lleno de hojas. También se ven muchas bolas de las farolas rotas, 70 contabilizó el Ayuntamiento, que lo cuantifica en 38.432 euros. Hay gente limpiando y achicando agua por todas partes.
Lo peor está en el campo. La franja sobre la que descargó la tormenta, en la margen derecha del Oja, quedó arrasada. También otros municipios del entorno y, en general, de La Rioja Alta, han sufrido daños cuantiosos. El Ayuntamiento calceatense aprobó el sábado solicitar la declaración de 'zona catastrófica'.
Esto es todo lo que dejaron 15 minutos de tormenta, que se desató sobre las 18.10 horas. Dicen que hace 35 años hubo otra mayor. De momento, por tanto, la del miércoles es «la tormenta del siglo», del siglo XXI.
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