La catedral calceatense, hace 114 años
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Tres imágenes de hace más de un siglo como excusa para abordar, someramente, la evolución del templo a lo largo del tiempoEl tiempo pasa, pero no solo eso: corre, vuela, huye... 'Tempus fugit', reza la vieja locución latina. Sin embargo, en algunos lugares parece quedarse atrapado, aunque, cierto es también, nada escapa a su paso. Todo lo cambia. Para botón de muestra, ahí está la catedral ... de Santo Domingo de la Calzada, en tres estampas con más de un siglo sobre sus descoloridas tintas. Están datadas en el año 1906, aunque alguna de ellas podría ser de ayer mismo. En otra, la situada en la parte inferior, son muchas las diferencias que se aprecian con respecto al templo actual: el retablo de Damián Forment ya no preside el altar mayor, una vez que en 1995, tras una fuerte polémica, fue trasladado a la capilla del Cristo; tampoco están los púlpitos, ni las verjas que distribuían la ubicación de los fieles y la vía sacra, de las que se conservan documentos gráficos, al menos del año 1955. El suelo es otro. Se colocó en el marco de las diversas obras acometidas por el Noveno Centenario de la muerte del Santo y lleva publicidad de las empresas que cofinanciaron la actuación. Incorporó un sistema de calefacción radiante.
Hay más diferencias. Sobre el gallinero gótico de la antigua imagen (debajo de este texto) no se ve el madero que se dice es de la horca del peregrino, que sí se divisa en la parte superior izquierda de la primera fotografía. Por recordar un hecho anecdótico, el trozo de madera se desprendió de su anterior ubicación en junio del 2007 y, al hacerlo, se descubrió una inscripción, realizada con grafito (un lapicero, posiblemente), en la que podía leerse el nombre de 'Manuel Gómez de...', y también el año '1871'.
Siguiendo con la misma fotografía, junto al lugar en el que dos aves recuerdan el más famoso milagro del santo abuelito –recordemos que el calceatense es el único templo de la Cristiandad que alberga animales vivos en su interior–, tampoco se ve la cripta, que fue construida en los años XX del pasado siglo, y remodelada por completo en el 2019, cuando se transformó su sobriedad por el colorido y el arte del mosaista universal Marko Rupni, que convirtió este 'corazón de la catedral' en uno de los lugares más admirados del templo actualmente.
A lo largo de los siglos ha sido objeto de numerosas reformas que han ido conformando su actual fisonomía, contenedora de un valioso patrimonio histórico-artístico que acumula ejemplos de todas las épocas por las que ha pasado.
En la última década, especialmente, el templo ha sido objeto de numerosas actuaciones, realizadas a la sombra de las conmemoraciones celebradas por el noveno centenario de la muerte de Santo (2009), La Rioja Tierra Abierta' y por el milenario de su nacimiento (2019), generalmente restauraciones, renovación de sus instalaciones (iluminación, electricidad etc) y modernización de su contenido, tanto para el culto como para sus fines turísticos.
En casi mil años –fue consagrada en 1106 por el obispo Pedro Nazar– el templo ha cambiado totalmente, incluida su categoría: de iglesia pasó a colegiata en 1158 y a catedral en 1232. Se cree que fue allá por el siglo XIV cuando adquirió una apariencia semejante a la actual.
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