Una de las dependencias de la antigua Cárcel Real, con una mesa de piedra para las autopsias. ALBO

La Cárcel Real de Santo Domingo cambia presos por turistas

El Ayuntamiento emprende la puesta en valor, como museo, de las celdas del siglo XVIII del edificio del Corregimiento

Javier Albo

Santo Domingo

Jueves, 6 de mayo 2021, 02:00

Santo Domingo de la Calzada quiere llenar la cárcel de visitantes. La antigua Cárcel Real, ese lúgubre tesoro del siglo XVIII, que tantos años estuvo en el dominio de la ruina, se erige hoy como un atractivo más para una ciudad que tiene pendiente poner ... en valor todos los que tiene, empezando por su maltrecho casco antiguo, algunas de cuyas zonas se caen literalmente a pedazos. Así estaba también el edificio del Corregimiento de Rioja, la otrora institución jurídico-administrativa, en la que su titular –el corregidor– ejercía de delegado del rey en este territorio. Un edificio importante, lleno de historia, cuya primera planta acoge actualmente la Escuela de Música, mientras que las celdas de la planta baja son objeto de un proyecto para musealizarlas que el Ayuntamiento, a través de la Concejalía de Patrimonio que encabeza Raúl Riaño, ya ha puesto en marcha. Para junio se espera que esté concluido.

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La primigenia Cárcel Real estaba en la plaza del Santo, pero el cabildo catedralicio, y muy especialmente el obispo Andrés de Porras, anterior canónigo en La Calzada, deseaban construir una torre-campanario y la compraron. De su existencia ha quedado constancia en un acta del Ayuntamiento, del año 1762, en la que, con motivo del derribo de la torre de la catedral, se abordaba dónde construir la nueva y actual torre exenta. «Los Señores del Cabildo (...) havian puesto la mira en el sitio que ocupa la cárcel vieja que esta ciudad tiene junto a dicha iglesia...».

Antes, para construir la torre, el cabildo debía comprar el terreno que ocupaba la antigua cárcel, para lo que llegó a ofrecer 9.000 reales: 5.000 en dinero físico y 4.000 en una valoración que hizo de los materiales de los que estaba hecha, a los que renunciaba. Al Ayuntamiento no le pareció nada mal la oferta, «atento a que dicha cárcel aunque sea sacado al pregón para la venta no ha havido postor...» y a la buena valoración hecha de los materiales (los 4.000 reales), ya que iba a poder reutilizarlos, después, para la nueva cárcel. Eso, sin contar el bien para la ciudad, por «quedar la plaza que da a dicha iglesia con mas estension y con el adorno de dicha torre...».

La anterior Cárcel Real se encontraba en la plaza del Santo y el cabildo la compró para hacer la torre

Para hacer la nueva cárcel, el Ayuntamiento acordó en 1761 que «se comprase la casa y sitio para hacer nueva cárcel junto a la alondiga, a Dn. Vitores dechinchetru Capellán...». Una leyenda en la fachada del edificio señala al año 1763 como el de la obra, si bien el historiador Francisco Javier Díez Morrás aclara que «alude a la terminación de la parte destinada a la cárcel, pues la distribución del piso principal se realizó en años posteriores». Así, no fue hasta 1770 cuando el corregidor Francisco Javier Gascón ocupó esas dependencias.

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Después, el edificio empezó a llenarse de historia y también de sufrimiento, el de cuántos penaron allí las condenas de una justicia no siempre justa, mirando entre las rejas que aún existen un exterior llamado libertad. Esta palabra, 'libertad', se repetía por doquier en los muros de las encaladas celdas, aunque la rehabilitación las hizo desaparecer. No todo se perdió. Algunos antiguos grabados realizados por los presos –figuras antropomorfas con capa, contadores, etc.– han sobrevivido como testimonios de un tiempo pretérito, que también dejó sus posos en las numerosas inscripciones existentes en las paredes, principalmente en el minúsculo patio al que los presos salían a tomar el aire. La más famosa es la que dice: «Cuatro mozos de Baños de Río Tobía han ido 8 años a las armas por pegar al alcalde de su pueblo».

Arriba, el edificio del Corregimiento de Rioja. Abajo, figuras antropomorfas con capa que los presos grabaron en una de las paredes y el 'trono', en alto para evacuar por gravedad aguas mayores y menores. ALBO

Las celdas, que echaron chispas durante la Guerra Civil, cumplieron su función hasta bien superado el ecuador del siglo XX, en sus últimos años de vigencia como calabozos. Aunque la rehabilitación las ha liberado del ambiente lúgubre que pesaba en ellas, aún conservan elementos que acentúan su singularidad.

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El edificio fue sede del juzgado de primera instancia, sede del juzgado comarcal, juzgado de distrito y, por último, juzgado de paz, hasta 1999. Tras muchos años de decadencia, las tres administraciones sumaron esfuerzos para su rehabilitación, cuyo resultado se inauguró el 2 de noviembre del año 2018.

La inscripción más famosa de la cárcel: «Cuatro mozos de Baños de Río Tobía han ido 8 años a las armas por pegar al alcalde de su pueblo», se lee en ella. ALBO

Una puesta en valor por 17.956 euros, el 70% a cuenta del CEIP

Los trabajos para la dinamización y musealización de la Cárcel Real del siglo XVIII cuentan con un presupuesto de 17.956 euros, de los que el CEIP aporta el 70%. Las actuaciones a realizar consisten en la señalización del edificio por medio de dos tótems verticales que se colocarán en la entrada y el patio, así como diez paneles en las diferentes estancias, con textos en cuatro idiomas. También se van a colocar placas de protección para los grabados conservados; se va a crear una página web específica, y también una aplicación ('App') para Android e iOS.

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