Todo vuelve, poco a poco. El regreso a la normalidad también son timbrazos en las casas en un domingo especialmente festivo. «¡El pan del Santo!». La voz de las jóvenes doncellas volvió a reencontrar ayer a los calceatenses con otra de las tradiciones –tal como ... era antes de la pandemia–, que jalonan el camino hacia las fiestas del Santo: el reparto de los molletes duros con la efigie del patrón de la ciudad grabada en ellos, que los vecinos guardarán en algún lugar destacado de sus casas. De nuevo, la caridad como significado.
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La jornada arrancó en la casa de la cofradía del Santo, donde una vez que el abad, Francisco José Suárez, dio a las jóvenes algunos consejos para un mejor reparto tuvo lugar la bendición a cargo del obispo, Santos Montoya. Después, el público abandonó el salón, en el que solo quedaron cofrades y doncellas para organizar los grupos e itinerarios, enmarcados en un día soleado que muchos deseaban también para fiestas (10 al 15 de mayo). Además de por la ciudad calceatense, el Pan del Santo, del que se han hecho 6.000 ejemplares, también se repartió por otros municipios vinculados con esta, como Gallinero de Rioja, Manzanares de Rioja, Cirueña, Ciriñuela, Corporales, Morales y Viloria de Rioja.
Como cada 1 de mayo, además, ayer empezó también la Novena del Santo y las «vueltas del Santo», tanto alrededor del sepulcro como las que hasta el día 12 dará Pedro Vitoria por el casco antiguo, haciendo redoblar un tambor al amanecer y atardecer, para evocar los tiempos en los que Domingo García se valía del ruido para atraer hacia sí a los peregrinos extraviados en el bosque.
En el Avenida tuvo lugar después el pregón de fiestas, a cargo del Colegio de Médicos de La Rioja, representado por su presidenta Inmaculada Martínez. Con ello, el Ayuntamiento quiso reconocer la labor que el colectivo sanitario prestó durante la pandemia, aunque el acto fue un homenaje, en general, a cuantos la combatieron, soportaron y padecieron. «A la ciudadanía», resumió su conductor, Francisco Javier Díez Morrás. Trece colectivos recibieron un reconocimiento y, a petición de la pregonera, se guardó un minuto de silencio. El programa, seguido por 500 personas, se completó con la intervención del alcalde, David Mena, que subrayó que el pregón «anuncia que la vida se abre paso», y con una actuación de la banda municipal de música.
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