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'La bota grande' ultima su larga existencia entre rebajas de todo a 10 y 20 euros. Zapatos, zapatillas y botas aspiran a ser comprados en uno de sus dos escaparates; el otro ha sido convertido en un pequeño museo de la centenaria historia ... que comenzó con el elegante hombre de bigote que preside desde una gran fotografía la vitrina: Martín García. Su nieta, Gloria García, es la última del eslabón familiar. Fin a la saga. Problemas de salud hacen que desee anticiparse a la jubilación y, dentro de poco, bajará la persiana para siempre a uno de los comercios más antiguos de Santo Domingo de la Calzada. «Mi intención es cerrar para noviembre y mientras, ir sacando todo el género que pueda», dice.
No sabe exactamente cuántos años tiene el negocio. «Unos 125 o más», calcula. Las cuentas las echa 'grosso modo'. «Mi padre cumpliría ahora cien años y empezó siendo muy joven, y mi abuelo ya llevaba tiempo con la tienda», indica. Un siglo largo, en cualquier caso, en el que se abrió una nueva etapa cuando su padre, Martín, y uno de sus seis hermanos, José Luis, compraron el negocio que debía repartirse entre los hijos del fundador.
'La bota grande' no fue solo una tienda, sino que en ella se fabricó calzado. Allí, en el número 61 de la calle Pinar, se hacían botas de montar a caballo para la Guardia Civil, zapatos a medida –«mi padre y mi tío iban mucho a Bilbao a tomar medidas», recuerda Gloria–, calzado con alzas para cojos y también arreglos. En los años 50-60 del pasado siglo llegó a haber una veintena de personas trabajando en ella. «Catorce mujeres cosiendo y cinco cortando la piel. Recuerdo bien verles cuando era una niña que iba al colegio», rememora.
Fueron los buenos tiempos del negocio, en los que hubo hasta cinco personas atendiendo la tienda –sus padres Martín y Gloria y sus tíos José Luis y Rosa Mari, y una dependienta–, y hasta fila para entrar en ella. Su padre terminó comprando la empresa a su hermano y, hace unos 39 años, Gloria entró a trabajar en ella.
Más de un siglo de existencia resumido en muchos recuerdos y en un escaparate presidido por un enorme zapato y otros de miniatura para los que ya se han postulado compradores; en algunas fotografías antiguas, en una de las cuales se ve a su padre con la reina Sofía de visita a la fábrica de la empresa Curapiés, en Alicante, de la que fue su primer representante. También hay hormas, un 'burro' en el que se colocaba el calzado para trabajar en él; uno de los zapatos fabricados en la tienda, otro premiado... «Aquí se ha vendido siempre producto de mucha calidad», remarca Gloria, que recuerda marcas como Patricia, Lotusse, Yanco, Curapies, Bay, El Caballo, Mezlan, Kurboys, Tolino, Lorens, Marina Jaén, Vitero...
Cuando 'La bota grande' cierre sus puertas perdurará el reclamo que ya es historia, pues fue el único elemento perpendicular a las fachadas que 'indultó' el plan especial del casco antiguo: la enorme bota de hierro que ha anunciado el comercio todo este tiempo. Ahí quedará como un recuerdo de una de esas tiendas de toda la vida. O de casi toda.
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