El blindado pintado de las doncellas

Tamara Luzuriaga Baltanás es ya, oficialmente, la 'doncella mayor' del Santo. Con su pintado y el de otras 46 jóvenes arrancó este anómalo ciclo festero que echa a andar cada 25 de abril, cuando en Santo Domingo de la Calzada 'sale la gaita y el tamboril'. Este domingo sonaron, pero no salieron. Sus sonidos se limitaron a la casa de la Cofradía del Santo, que enmarcó el primero de los diversos actos tradicionales que la entidad ha decidido celebrar en honor al patrón de la ciudad, por aquello de recuperar migajas de la normalidad perdida, sin escatimar en medidas, e intentar llevar algo de ilusión al vecindario.

Tamara, que ya salió en su día como doncella, estaba un poco nerviosa. A la vez, «muy ilusionada», confesó la sobrina de los priores, de 20 años, que fue la única pintada en el 'Salón de las doncellas'. El resto de sus compañeras recibió en el 'Salón cultural' de la casa de la cofradía la característica marca azul con la que la tradición las designa como participantes en la procesión del Pan del Santo y del Peregrino, que este año no se celebrará el 11 de mayo sino que ha sido trasladada a las fiestas de septiembre. Es una medida preventiva ante la actual situación de la pandemia y la indefinición, ahora mismo, de la normativa que estará vigente el día que les hubiera correspondido participar en el acto que más simboliza la principal cualidad de Domingo García: la caridad.

A las 17.00 horas, gaitas y tamboril metieron el lluvioso domingo en ambiente y arrancaron emoción contenida. Han pasado dos años desde que sonaron por última vez para este acto, tiempo en el que la ciudad ha vivido lances muy duros. Es normal que las emociones se arremolinaran y asomaran en algunos rostros en el preciso momento que la música comenzó a sonar, acompasando la preparación del azulete por el andador, José María Rodrigo, por cierto, el próximo prior de la Cofradía, junto a su mujer María Teresa Aranjuelo. Será Miguel Ángel Rojas quien le sustituya en su actual cometido.

El acto, seguido por un reducido grupo de invitados, estuvo presidido por los priores, Óscar San Román y María Milagros Luzuriaga. «Nos hubiera gustado poder hacer las cosas como se han hecho siempre, pero la situación es la que es. No obstante, estamos satisfechos y orgullosos de poder llevar a cabo algunas de las tradiciones de la Cofradía, puesto que el año pasado tuvimos que cancelar todo. Hemos tomado todas las medidas de seguridad para que salga todo bien», indicaron minutos antes del inicio del pintado. Les acompañaba el alcalde, David Mena, y también Pedro González, nombrado en la mañana de ayer 'prior honorario' por su colaboración económica con el proyecto de museo-exposición de la Cofradía.

Una vez pintada la 'doncella mayor' se procedió a la bendición, en la cocina de la casa de la Cofradía, de la masa con la que se elaboran los panes del Santo, en 'Pancalsa'. A continuación, la Cofradía procedió al pintado de las demás doncellas, en un acto rodeado de medidas de seguridad: de una en una, entrando por una puerta y saliendo por otra, sin cruzarse; con el único acompañamiento de dos familiares y llevando cada una de ellas su propia pluma, entre otras. Un formato en nada parecido a lo normal, como casi todo desde que empezó esta maldita pandemia. Inicialmente eran 57 las inscritas, de dos anualidades, pero, al parecer, el traslado de la procesión a septiembre ha causado bajas, porque algunas no podían estar disponibles para esa fecha.

La siguiente cita tendrá lugar el próximo sábado, 1 de mayo, cuando la Cofradía del Santo repartirá el pan del Santo, bien en la casa de la entidad o en las plazas de la Alameda o de España, por decidir. Los molletes irán en sobres de papel. Ese mismo día comenzarán las 'vueltas del Santo' -solo participarán el tamborilero, priores y Policía Local- y la novena del Santo.