Se le antojó. Hablamos del río Oja, que como quiera que no lleva agua más que algunos meses contados del año, dicen por Santo Domingo que «baja cuando se le antoja». Desde ayer, el dicho es ya una realidad, aunque de una manera muy tímida e intermitente, pues sabido que el cauce es como un colador con ínfulas de Guadiana, este se mostraba algo caudaloso a la altura de la pasarela pero igual de seco y pedregoso que en mayo, visto desde el puente del Santo.
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Sea como sea, este año, el agua ha madrugado bastante, para lo que es habitual. La culpa -antojos aparte- es sobre todo de la nieve acumulada en los montes de la sierra, a los que llegó justo a tiempo para hacer bueno otro dicho: «Por Todos los Santos, nieve en los altos». De ella y, sobre todo, del viento sur que ha soplado en días previos, que ha contribuido a acelerar el deshielo y recargar el acuífero, que al rebasarse hace visible la siempre esperada agua. Las precipitaciones registradas en Santo Domingo de la Calzada han sido muy escasas en los últimos meses.
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