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Javier Albo
Martes, 9 de mayo 2017, 10:16
Santo Domingo. Raúl Barquín y María Isabel de Castro viven estos días su principio del fin (aunque no del todo) en la Cofradía del Santo: llegan las esperadas fiestas, una de las razones de ser de la entidad, pero con ellas acabará su priorato. Un ... sentimiento especial precede estos días el broche a una experiencia única, que les ha permitido conocer las tradiciones desde dentro. «Triste no estoy; he trabajado todo lo que he podido y me marcho muy satisfecho de lo que he hecho», asegura Raúl.
Lo de ser priores fue algo inesperado; uno de esos 'rebotes' circunstanciales de la vida que, ocurren, y le ponen a uno en la tesitura de decidir. Y ellos dijeron 'Sí', de lo que no se arrepienten en absoluto a punto de cumplirse un año desde que recogieran el testigo de manos de Montserrat y José Ramón Mendi. «Me alegro desde el primer día de haber entrado en la cofradía», añade Raúl, que también lo deja bien claro en su saludo festero: «Llevamos casi un año como priores de la Cofradía del Santo y nunca imaginamos que el año se nos fuera a pasar tan rápido, aunque ha sido muy intenso, lleno de emociones y satisfacciones. Algo único, y eso que falta lo principal, las fiestas del Santo».
El prior añade que «ha sido una experiencia extraordinaria, para la que hay que estar aquí, ya que si no es muy difícil saber cómo se vive», explica Raúl, que, a la pregunta sobre qué destacaría de este periodo responde que «cada momento ha sido muy gratificante. En general, todo ha sido positivo».
Lo dice quien ha estado buena parte de su vida con una cámara a cuestas, retratando el acontecer de la ciudad y, por supuesto, sus fiestas. «Pensaba que sabía bastante de la cofradía y la verdad es que sabía muy poco», confiesa. Y como cada cual arrima el ascua a la sardina de sus preferencias, tiene muy claro que «a los fotógrafos, sobre todo a los profesionales, hay que dejarles trabajar a gusto y, en lo que sea posible, que participen del interior de la cofradía».
Afirma Raúl que el trabajo «es llevadero y que lo más costoso es justo ahora, cuando se acercan las fiestas, porque son unos días muy intensos y tienes que estar muy pendiente para que no te falle ni te falte nada».
Aparte de las fiestas, la Cofradía del Santo regenta el albergue de peregrinos y, aunque este también les ocupa, su gestión del día a día la llevan los hospitaleros. «Nosotros estamos para ayudar, por si falta algo o hay que mejorar alguna cosa para que los peregrinos estén confortables en todo momento». Los caminantes forman parte de su valoración positiva de esta experiencia y dice haber aprendido «muchas cosas» de ellos. «Cuando llegan y les recibes con cariño, te dan todo», asegura, y aunque el idioma pueda ser una barrera en algunos momentos, con buena voluntad siempre se salva, todo el mundo se entiende.
Raúl dice estar tranquilo, dentro de una «inquietud interior», pensando en lo que viene. «Me preocupa que falle algo, aunque algo seguro que fallará, porque soy humano», afirma. Sabe, no obstante, que está bien rodeado por el resto de cofrades. «Si no fuera por ellos estaríamos perdidos», dice.
Es por ello que anima a todas las personas a formar parte de la Cofradía del Santo. «Se vive de diferente forma y ves los sentidos de las cosas, todo el trabajo que hay en el interior continuamente, sin olvidar el cariño que coges a mucha gente y las amistades que se hacen. Es algo inolvidable».
Su mensaje a los calceatenses es que «participen en todos los actos que hace la cofradía y que disfruten sanamente y a tope, que el tiempo pasa, luego quieres hacer cosas y ya no puedes».
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