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Un dulce aroma se extendía este domingo desde Herce, atrapaba, contagiaba e invitaba a adentrarse en la villa. Unas angostas calles convertidas en un recinto festivo, pobladas de puestos artesanales, recorridas por miles de personas y, con el adorno de un sol primaveral, de un magnífico ambiente. Era el escenario en el que se celebró ayer el día grande de la VI Feria de la Cebolla Asada, con la que Herce homenajea a su historia y a su gentilicio.
«Santolayas, malas hayas. Arnedillo, mal justillo; Préjano, pa caracoles y Herce, pa cebollino». Es la copla llegada desde la Edad Media a nuestros días que describía lo más característico de las villas del Cidacos. También lo apuntó el Marqués de la Ensenada en su catastro de 1752, cuando señaló que la producción de cebolla era diez veces la del ajo, producto que mandaba en el resto del valle. Ya los de Herce eran entonces cebolleros.
Desde esa identidad, la Asociación Almovívena, junto al Ayuntamiento, han celebrado este fin de semana la VI Feria de la Cebolla Asada, un evento que atrajo a miles de personas a la villa a compartir su sabor más característico junto a su historia y lugares emblemáticos.
Como símbolo de la consolidación de la feria, su pregón de apertura estuvo a cargo del prestigioso chef riojano Ignacio Echapresto en la tarde del sábado. Con el mercado artesanal ya abierto, sus palabras dieron paso al concurso de pinchos, convocatoria con la única condición de contar con la cebolla entre sus ingredientes, como no podía ser de otra manera. Entre los 20 participantes, el ganador del premio de 300 euros fue el madrileño Álvaro Muñoz Medina, alumno del Basque Culinary Center, con 'cebollas enchipironadas', además del reconocimiento de servirse el año que viene en la barra de la Asociación, como ocurrió este fin de semana con el del año pasado, 'Por mi abuela', de Elisa Sanz –fue segunda en esta edición–.
Tras la primera jornada, el mercado abría puertas ayer a las 11.00 horas. En palabras de representantes de Almovívena, otro ejemplo de la consolidación de la feria: de tener que llamar en la primera edición a muchos para contar con 14 puestos a tener este fin de semana 35 ocupando cada rincón e interesándose desde hace tiempo.
A unos metros, otra muestra del crecimiento y aceptación de la feria: ochenta voluntarios limpiaban, asaban en parrillas, disponían y repartían 1.300 raciones, con tres cebollas y un huevo asado y bebida en cada una; en la primera edición fueron 600. Ese público que ha hecho grande la feria pudo extender el disfrute en Herce a la tarde, con la visita guiada por la historia de la Vía Verde y sus calles y el concierto de cierre con el dúo Decoupage en el frontón.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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