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Libia, ciudad primero berona y después romana, se levantaba en lo que se conoce como el cerro El Piquillo, actualmente en el término municipal de Herramélluri, aunque de su nombre procede el de la localidad vecina, Leiva (de Oliva).
Allí, bajo un manto de tierra, siguen acostados aún los numerosos restos de aquella importante urbe, parte de los cuales se hicieron visibles con las excavaciones arqueológicas que dirigió en los 60 y 70 Alejandro Marcos Pous, de las que existen algunas sorprendentes fotografías. Otros afloran en cuanto, por alguna circunstancia, se remueve la tierra, como ha ocurrido en los últimos meses en el marco de las obras de canalización de la conexión del sistema de abastecimiento Oja-Tirón con este municipio.
Los trabajos, que se han limitado a abrir una franja estrecha de terreno, han descubierto, además de restos de la antigua calzada romana, una enorme tinaja, probablemente destinada a almacenar grano, que se encuentra entera, en un sorprendente buen estado, y que podría datarse entre los siglos II-V d. C.
También se ha localizado, igualmente en muy buenas condiciones de conservación, un horno de cerámica, que podría ser del siglo II d. C. La construcción, que una vez documentada iba a ser tapada ayer de nuevo, parece mostrarse entera, incluida la boca por la que se alimentaba el fuego. «Te acercas y aún huele a quemado», indicaba ayer con sorpresa una vecina de la localidad.
Muy cerca de este último, también han aparecido los cimientos de una edificación, vestigios de aquella ciudad de Libia, que extendía su jurisdicción en una amplia superficie y que conjuga su existencia en pasado pero no en futuro, por las dificultades que conlleva el hecho de que se localice en terrenos privados y la oposición de la propiedad. Un pasado, en muchos casos irreversible, como el de su necrópolis, que fue noticia en los años 80 por su práctica destrucción, durante unos trabajos de extracción de áridos. En el año 2013, el Gobierno de La Rioja inició los trámites para la declaración del yacimiento como Bien de Interés Cultural (BIC), pero el asunto no prosperó.
El alcalde, Emilio Gómez, sueña durante unos minutos con la posibilidad de recuperar Libia por los beneficios que ello traería para la localidad. «Sería un enriquecimiento para el pueblo», dice. No obstante, vuelve pronto a la realidad y limita sus pretensiones a la posibilidad de crear un centro de interpretación o pequeño museo en la localidad, con algunas piezas, entre ellas la tinaja que, parece ser, se quedará en estos lindes. «Ya le buscaremos algún sitio para exponerla», dice, junto a otros elementos de aquella vieja ciudad que la tierra ha devuelto en algún momento. Como una de las opciones menta la iglesia de Velasco, que es propiedad municipal.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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