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El local de calle La Vega número 7 ha vuelto a la vida esta semana. Uno de los más emblemáticos de Haro por su dilatada historia comercial acogió hasta hace cuatro años Calzados Prieto. Abrió por primera vez en 1907, con una llamativa fachada modernista de gran belleza, obra del arquitecto logroñés Quintín Bello (1872-1932). Algo que ha resultado muy atractivo para Sheila Alcalá, que esta semana ha abierto las puertas de su gran apuesta personal.
Y es que ambos parecen predestinados a triunfar juntos. «Las cosas antiguas me apasionan –recone–, tengo hasta muñecas Mariquita Pérez del año 1939. Y Prieto es muy emblemático para Haro»
Con una eterna sonrisa que delata la ilusión de muchas horas de trabajo de fondo, Alcalá mira al futuro con optimismo. «La verdad es que no se me ocurrió a mí sola, fue un poco de toda la familia el '¿y por qué no?», explica. «Se me iba un poco de las manos, pensé que esto no estaba hecho para mí, pero entonces empiezas a darle vueltas y a pensar que la vida a veces te ofrece oportunidades. El proyecto era muy grande, me daba vértigo y respeto, pero mi familia me ayudó mucho. Lo hemos creado entre todos y gracias a eso me lancé».
El local pertenece a la familia Muga, «a la que le encantó la idea que les presenté y me han facilitado mucho las cosas». Aunque en realidad no tuvo que hacer mucha reforma, más allá de algún cambio en los escaparates. «También he convertido un trozo de almacén en probadores, creo que es importante que sean espaciosos, para que las clientas estén tranquilas, relajadas, y cuenta con un pequeño saloncito con un diván por si vienen acompañadas».
A pesar de sus temores para emprender un negocio y lanzarse a devolver la vida a un rincón con tanto arraigo en la ciudad, Sheila Alcalá cuenta con una larga trayectoria en el sector: estuvo catorce años en una cadena, también trabajó en el mundo de la marroquinería con bolsos de piel; estuvo con Mila en Haro y los últimos siete en Ana de la Fuente, recientemente cerrada. «Las circunstancias han querido ponerme aquí», donde además cuenta con el apoyo de su madre, que ha cosido toda la vida, y de su hermana Sara que madruga para ayudarle a marcar.
La clienta de Sheila Alcalá es, sobre todo, una mujer «a la que le gusta ir cómoda, pero le gusta vestir. «Que le gustan las prendas que tienen una calidad, un diseño. El patronaje es importantísimo, que tengan un buen corte y que se sientan», la definió.
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