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Los bomberos participaron el pasado miércoles en un rescate de altura en Ortigosa de Cameros. Dos cabras habían quedado arrinconadas por el lobo en un precipicio de la antigua cantera del pueblo, entre el viejo campo de fútbol y las grutas turísticas, y no ... podían salir. «Uno del pueblo me dijo que tenía a dos cabras berreando en un lugar muy malo, así que fui a verlas y vi al lobo, al que ahuyenté», explica José Luis Maza, propietario de los animales.
No era la primera vez que veían al lobo en el pueblo, hace veinte días ya mató a dos cabras e hirió a otra del rebaño de José Luis Maza, y también ha atacado a otros animales de ganaderos del pueblo. Pero el caso es que, una vez espantado el depredador, las dos cabras continuaban atrapadas en el precipicio, sin posibilidad de ascender o descender. Aquello fue el martes al anochecer y José Luis se vio incapaz de rescatarlas.
Entonces llamó al 112 y le emplazaron al día siguiente. Después de tres avisos, los Bomberos de Logroño se presentaron en Ortigosa y uno de ellos se descolgó en altura para intentar rescatar a los animales. Las cabras, asustadas por el lobo primero y por la cercanía del bombero, se deslizaron hacia abajo. «Había una altura considerable, como de dos pisos. Una se tiró y se dio contra una valla, pero parece que está bien, aunque quizá aborte. El otro bajó deslizándose hasta abajo», relata José Luis Maza.
Así es como recuperó a sus animales, una cabra embarazada y un chivato. «Estoy muy agradecido a los bomberos porque fueron muy profesionales y muy majos. Los animales salieron huyendo y los ves que están sufriendo y pueden hacerse daño», reconoce José Luis Maza.
Este ortigosano cuenta con un pequeño rebaño de cabras que suelta a diario. Y aunque no es la primera vez que, como cabras que son, se han metido en lugares inaccesibles, sí que por primera vez el propietario se ha sentido incapaz de rescatarlas por sus propios medios. «Más de una vez mi marido ha tenido que ir a por ellas, pero esta vez no pudo sacarlas de allí y menuda noche tuvieron que pasar los pobres animales», confiesa Violeta, esposa de José Luis Maza.
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