Pertenecen a esa estirpe que mira los problemas de frente, los hace suyos y no se pierde en buscar culpables alrededor. Esa clase de mujer que asume que las castañas, o se las saca ella del fuego o las castañas se quemarán. De las que ... van por la vida bien despiertas, airosas, con las idea claras, la mirada al frente, los puños prietos y las manos tendidas. Son tan valientes que aceptan sin dudar la invitación de LA RIOJA para charlar un rato sin intermediarios (pero con micro y cámara) sobre la mujer en la escena del medio rural riojano.
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Marijose González es una referencia en Laguna de Cameros y en la sierra toda. Ganadera de las que le ha visto las orejas al lobo tan cerca que ya harta dejó el ovino, el caprino y echó el cierre a su quesería, de las que cuentan maravillas. Además, atiende un negocio de alojamiento turístico en Laguna porque tiene claro que todos los huevos no deben estar en la misma cesta.
– MG. «La mujer sigue siendo un pilar fundamental en el medio rural. Si ahí hubiera más mujeres, habría muchísima más vida porque habría niños. Ese es el problema, que las mujeres emigran a la ciudad y ya no hay nacimientos en los pueblos».
Mila Díez es la voz de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales de La Rioja (Fademur), así que se pasa la vida de pueblo en pueblo, de casa en casa, de curso en curso tratando de ofrecer a la mujer rural el apoyo del que tanto tiempo se ha sentido huérfana. Predica con el ejemplo y trata de ser feliz en Sojuela, donde apoya en sus ratos el proyecto vitivinícola familiar sin perder de vista nunca su militancia incondicional a favor de la mujer.
– MD: «Hay que reivindicar el 8M porque es hablar de mujeres y de lo que hay a su alrededor: trabajo, familia y su firme decisión de vivir y trabajar en el medio rural».
– ¿Con qué banda sonora nos quedamos, con la de cómo hemos cambiado o con la vida sigue igual?
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– MG: Nos hemos renovado. En lo que a mí me toca, nada que ver con aquella 'esclavitud' de antes.
– MD: Yo creo que el campo tiene otro color, el que le da la variedad de mujeres que ahora encontramos... Mujeres con sabiduría y experiencia y sus mismas hijas que, en muchos casos, han vuelto. Así están poniendo en valor lo rural. La prueba es que la gente viene a las casas rurales... y lo hace porque hablamos del medio rural de manera excelente».
– MG: Vienen porque están hartos de la ciudad; el problema es que vienen y no se quedan.
– MD: La mujer se ha modernizado. Sus tareas no son de hace 40 años, aquel trabajo esclavo y sucio, pendiente todo el día del abuelo y de los hijos. En la última década se ha dignificado el trabajo de las mujeres porque, en muchos casos, han vuelto con formación. Estas jóvenes le están dando valor con iniciativas emprendedoras y novedosas.
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– MG: Lo cogen con empeño, porque si no, olvídate...
– MD: Parece que antes había que sufrir, tenía que ser algo heroico... Ha habido un cambio de valores.
– MG: Ahora es una decisión voluntaria, eres independiente y tomas la decisión que quieres.
– Quedarse en el pueblo es una decisión que supone renuncias?
– MG: En mi caso, no. Yo estoy encantada, en la gloria... Con zancadillas de por medio, sí, pero eso es más porque mi pueblo está en la sierra y solo se puede vivir de la ganadería, que cada vez está más complicado.
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– MD: Yo os admiro, Marijose. (En Fademur) estamos descubriendo que hay mujeres en la ganadería que saben lo que no está escrito del manejo de los certificados digitales, del manejo de los asuntos burocráticos....
– MG: Es que, con la firma digital es supercómodo hacer las cosas desde casa. En casa haces lo que antaño suponía tener que ir a Logroño y que pasasen días. Ahora, en un momento, ¡hecho!
– En las últimas protestas del campo, la mayoría masculina era abrumadora.
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– MD: Las mujeres también reivindican su espacio. Y hay logros, como la Titularidad Compartida, que son producto de la reivindicación de la mujer. Así en La Rioja hay ya más de 50 explotaciones en Titularidad Compartida. ¿Qué quiere decir eso? Pues que estamos avanzando.
– MG: Es una manera de visibilizar a esa mujer que estaba sin cotizar pero hacía el mismo trabajo que el marido.
– MD: Cuando una mujer decide darse de alta en la explotación es porque está trabajando, y nadie tiene que cuestionarla ya qué y cuánto hace.
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– MG: Algo que sí pasaba... Te ibas a dar de alta y parecía que el funcionario no se creía que la mujer trabajase en la explotación.
– Puertas adentro de los hogares, ¿ha llegado también esa evolución? ¿Se comparten las tareas de la casa?
– MG: Creo que sí, que todo el mundo ha evolucionado.
– MD: Sí, ese estereotipo ya está caduco. Las familias jóvenes en un ámbito rural comparten muchas cosas.
– Hablan de limitaciones... ¿cuáles son las específicas en el medio rural?
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– MG: No lo sé, pero yo no he echado en falta nada ni he notado carencias. Dicen de la sanidad, pero la verdad es que es mucho más cómoda que en la ciudad.
– MD: El problema nace cuando hay gente mayor en el municipio y no tiene a los hijos cerca. Para la gente mayor es complicado.
– MG: Para eso están los servicios sociales.
– MD: «Pero a todo no llegan».
– MG: Es verdad. Además, hay otro problema: a zonas como la mía del Camero Viejo [los asistentes] no quieren subir a trabajar.
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– MD: Este tipo de cuestiones cada día provocan más dificultad y hacen que se vayan vecinos.
– MG: Sí, se van perdiendo; y unos por enfermedad, otro porque se queda solo, el otro porque se ha muerto el vecino...
– El Gobierno de La Rioja anuncia ayudas para vivienda en pequeños municipios de la región...
– MD: Está muy bien, pero me pasa igual que con las ayudas a la incorporación de los jóvenes a la ganadería y la agricultura; es engañoso. Los jóvenes ven esa cantidad de dinero que les dan, pero no leen la letrita pequeña de los compromisos que adquieren durante años. Se emborrachan de los 40.000 euros que les dan, pero no ven los compromisos y las obligaciones. Con todo, me parece un extraordinario; ojalá hubiese podido yo disfrutar de esa ayuda cuando la necesité.
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– MD: «Yo voy a ponerle un 'pero' Me parece un incentivo bueno para la gente joven, pero se necesita exigir vinculación con el pueblo, vinculación con el territorio».
– MG: «Vinculación afectiva de verdad».
– MD: «No vamos a rehabilitar casas, que también está muy bien, y a mejorar el patrimonio urbano y que sea un patrimonio de puertas cerradas. Por eso hay que vincular las ayudas a las agricultoras y agricultores, a los ganaderos, al sector primario, a gente que tiene establecimientos turísticos, pero gente que resida en el municipio»
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– MG: «No vamos a crear solo una cartera de gente de fin de semana o de verano».
– MD: «No, por eso hay que vincular las ayudas a las explotaciones y a que presten servicios y vivan allí. Estamos encantados de recibir gente... pero gente que se quede».
– ¿Es un pueblo una buena opción para que una mujer, sola o con su pareja, desarrolle su proyecto de vida?
– MG: «Cualquier pueblo es una buena opción, pero no me puedes comparar Ribafrecha o Alberite para poner un bar con poner un bar en Laguna, donde hay tres jubilados y el fin de semana se los reparten los dos bares que abren».
– MD: «Hay que diversificar, eso que nos cuentan ahora las grandes mentes pensantes pero que siempre se ha hecho en el campo. Se ha diversificado, se han puesto los huevos en muchas cestas: hay mujeres panaderas, agricultoras, con experiencias turísticas».
– MG: «Estamos en el mejor lugar para diversificar, el mismo al que va la gente a descansar y a disfrutar del entorno».
– MD: «Y no olvidemos hablar de la escuela rural. Ha mejorado muchísimo y tiene que seguir mejorando. La dejamos caer porque no nos interesaba y ahora tienes escuelas con 16 o 17 niños que en cualquier otro lugar del mundo significaría la excelencia, porque tienen a la profesora suya, la de apoyo, al teacher, a la de prácticas... Esa es otra ventaja».
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– MD: «Y otra cosa, la vivienda ¿dónde se puede hacer una casa bonita, más grande, con accesibilidad. En una ciudad es imposible....».
– MG: «Salir a la puerta a desayunar no tiene precio».
– MD: «Además, al ser pequeños o muy pequeñas, en los pueblos se fomenta la convivencia entre mayores y pequeños»
– MG: «Y el roce es el que hace el cariño. En la ciudad no pasa. Mañana bajas a desayunar a Logroño, te sientas en un banco y pasarán 400 personas sin que una te diga buenos días».
– MD: «El cuidado que se intercambian las personas en los pueblos no tiene precio».
– Entonces, ¿corren buenos tiempos para la mujer en nuestros pueblos?
– MD: «Sí, porque además de todo lo dicho, estamos intentado conseguir más herramientas que nos ayuden, herramientas como es la cobertura digital que nos ayude en el trabajo o nos facilite hacer otras actividades complementarias en nuestro espacio. Por eso es importante invertir allá donde no llega la cobertura
– MG: «Lo malo es que hay zonas que se han dejado caer tanto, tanto, tanto que lamentablemente es que es muy difícil que nadie regrese, porque el que regrese ¿qué va a hacer?».
– MD: «Aunque nos estamos encontrando que hay mujeres que han trabajado en las explotaciones, que no han tenido formación, y aun así han sacado adelante la pequeña bodega, la pequeña explotación.... Han sido trabajadoras, luchadoras, han dado ese gran paso porque sus hijas o sus hijos les han empujado».
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