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MARÍA EZQUERRO
Sábado, 6 de agosto 2022, 02:00
Las danzas forman parte de la historia de La Rioja. Estas coreografías llevan años despertando sentimientos y emociones de locales y visitantes en las celebraciones populares de la región. El Rasillo de Cameros guarda una relación peculiar con estos bailes. Esta localidad camerana no contaba con coreografías propias ya que perteneció a Ortigosa de Cameros hasta 1817. Sin embargo, desde el año 2017, un grupo de jóvenes rasillanas decidió bailar para su pueblo, del mismo modo que hacen otros municipios de Cameros desde hace más de un siglo. No fue una decisión fácil, ya que al no contar con danzas propias tienen que realizar una recopilación del folclore riojano. En el caso de El Rasillo llama la atención que la iniciativa la tomaran las mujeres. Ellas fueron las que decidieron enfundarse los trajes regionales, algo curioso ya que hace décadas los hombres eran los únicos a los que se les permitía.
Este año, el grupo lo componen nueve miembros de entre 16 y 32 años y por primera vez hay chicos entre ellos. Llevan ensayando todo el verano para poder deleitar a sus vecinos durante las fiestas en honor a San Mamés.
En esta aventura, les acompaña su profesora Susana Asensio, que lleva toda su vida dedicada al folclore regional. Su pasión por el mismo, le ha llevado a recuperar este arte en varios pueblos de La Rioja como es el caso de Torrecilla de Cameros y Montemediano. Además, este año tiene otra misión: enseñar a los más pequeños de El Rasillo, que han querido sumarse a esta bonita iniciativa que comenzó hace ya cinco años.
livia EvangelioDanzadora
Mañana se celebra el día grande de las fiestas de El Rasillo, y la plaza de los Tilos se convertirá en un espacio dedicado a la música y la danza. Los gaiteros de Albelda serán los encargados de poner ritmo a las coreografías que llevan todo el verano practicando. La armonía y la coordinación originada entre el grupo y los músicos es digna de presenciar y no deja a nadie indiferente.
Lucía, Olivia, Daniel, Sara, Miguel, María, Víctor, Alejandra y Oihana son los danzadores encargados de mantener viva la tradición y crear cantera, algo que consideran que es «cada vez más difícil porque la gente no adquiere la responsabilidad necesaria». A pesar de las dificultades que tienen para reunirse y preparar la actuación, su ilusión se mantiene intacta año tras año. Olivia Evangelio, una de las integrantes, afirma que «adquirimos un gran compromiso que luego se ve recompensado el día que bailas para tu pueblo y para tu gente». La dedicación que ponen estos jóvenes es mayúscula ya que muchas tardes de verano están practicando en vez de dedicar su tiempo libre a otras actividades.
Todas las danzas que interpretan provienen de diferentes municipios de La Rioja. Entre ellas se encuentran los pañuelos y el árbol de Laguna de Cameros, los coletores de Calahorra, el canario de Sorzano o la jota de Logroño, que será la sorpresa de este año.
Antiguamente, los gaiteros de Laguna de Cameros eran los músicos que recorrían los pueblos interpretando las melodías por lo que los bailes de Camero Viejo y los de Camero Nuevo son bastante similares. «En cada pueblo puede cambiar un paso, dos pasos o la manera de ejecutar la danza, pero las músicas son las mismas», detalla Susana Asensio.
Todo lo que rodea a las danzas forma parte de la historia y tradición. A través de los trajes de los danzadores nos podemos transportar a una época anterior. En El Rasillo, el atuendo que visten consiste en una recopilación de antiguas prendas rescatadas de los armarios del pueblo. «Intentamos que nuestros trajes se parezcan a los de antes, hemos hecho una copia ya que aquí no tenían danzas propias», aclara Asensio. El traje de serrano es el que lucirán por primera vez los chicos. Zapatillas de esparto, faldas largas, pantalón de pana, camisa blanca o mantón son algunas de las prendas tradicionales que lucirán los jóvenes.
El apoyo económico que reciben por parte del Ayuntamiento es vital. Se encargan de pagar los cursos y los instrumentos necesarios para danzar, así como algunas de las prendas del traje. Además, esperan conseguir alguna subvención por parte del Gobierno regional.
La labor que realiza este grupo de jóvenes es digna de admirar, más aún en una época en la que lo rural y su patrimonio cultural parece estar destinado al olvido.
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