«Si no queremos morir como pueblos, tenemos que coger las riendas»
UNA ENTREVISTA CON... ·
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UNA ENTREVISTA CON... ·
Arantxa Gurrutxaga Alguacila en HerramélluriLos alguaciles desempeñan un papel muy importante en los pueblos, donde sirven igual para un roto que para un descosido. No son muchas, pero haberlas haylas: mujeres alguacilas. Como Arantxa Gurrutxaga, una guipuzcoana de Olabarría, que lleva una veintena de años desempeñando este polivalente puesto ... en Herramélluri.
– ¿Tenía alguna vinculación antes con la localidad?
– Mis padres tenían casa aquí. Serían de los primeros que vinieron. En Guipúzcoa, antes, había mucha tradición de alquilar habitaciones a transportistas o personas de otras partes del país, lo que se llamaba 'pupilos'. Mis padres tuvieron en casa a dos que eran de Herramélluri y fue por ellos que empezamos a venir aquí. Yo era una niña y seguí viniendo hasta los 16 años. Después hice mi vida y, tiempo después, de eso que vuelves a desconectar, resulta que me conecté y aquí me quedé.
– Y termina de alguacila...
– Cuando tuve a mi hijo estuve tres años sin trabajar, cuidando de él. Después intenté reciclarme para incorporarme al mundo laboral. En el 2003 salió esta plaza. Había poca gente en el pueblo y fui la única que se presentó.
– ¿Percibió reticencias por ser mujer, en un puesto generalmente de hombres?
– Con la gente del pueblo nunca he tenido problemas. Fui muy bien recibida. El papel de los alguaciles es muy amplio. Tienes que cubrir muchos servicios y contactar con mucha gente. A veces, a la hora de dar opiniones, sí que noto que no es lo mismo la atención hacia una mujer que hacia un hombre. Por desgracia, lo sigo percibiendo igual que cuando tenía 26 años, y tengo ahora 61. Tenemos que avanzar bastante más.
– ¿Cuáles son sus cometidos?
– Por ejemplo, si hay una avería en la red de abastecimiento de agua o de saneamiento hay que solucionarla. También el desbrozamiento de jardines, mantenimiento, limpieza, alumbrado, información... Con la pandemia hice muchos servicios a la gente mayor que no podía salir. Es un 'mix' de todo.
– ¿Cómo ve desde su puesto la 'España vaciada'?
– Hay que dar un giro de 180 grados. Lo que ha estado funcionando hasta ahora no funciona. A los políticos se les llena mucho la boca con la 'España vaciada', sobre todo en épocas electorales. Yo les digo que estamos olvidados y que no nos cuenten milongas, porque ya me empiezo a cabrear. Si nos hubiesen hecho un mínimo de caso no estaríamos en la situación que estamos. Los que vivimos en pueblos pequeños también tenemos que cambiar la manera de funcionar y gestionar. Tenemos que ser equipos de trabajo. Eso de la rivalidad entre los partidos, en general, hay que cambiarlo. Si no queremos morir, tenemos que coger las riendas. Esto no es el Congreso ni el Senado. Debemos ir todos a una, dejar las diferencias a un lado, mirar lo que nos une y trabajar en equipo.
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