Cuatro ojos y cien años

El rotativo resaltaba que «dicha obra constituye una positiva mejora para Santurde en sus relaciones con los demás pueblos y para sus trabajos agrícolas y pecuarios». Y añadía: «Beneficio tan grande lo debe al esfuerzo del pueblo y a la ayuda del Estado, que contribuyó por la influencia de los valedores políticos, por lo cual otros pueblos han de observar su ejemplo si quieren alcanzar mejorías locales».

El Ayuntamiento no reparó en gastos para festejarlo. Para «dar ostentación al acto» se trajo a la banda municipal de música de Ezcaray. También se anunciaban «alborotadores cohetes», una «buena mesa para recepción y obsequios» y fuegos artificiales. Por si fuera poco, la localidad dio nombre a cuatro de sus calles con los de aquellas personas que trabajaron por la construcción el puente: los diputados Miguel Villanueva y Juan Bautista Tejada; José María Martínez Abellanosa, gobernador civil de Tarragona; y Lesmes Lope Salazar, al que el corresponsal cita como un «rico propietario en el término de Santurde y favorecedor como nadie de los intereses generales en el mismo».

Isaac Palacios y Alfredo Montoya han investigado la historia del puente y de sus predecesores, de los que no queda más rastro que el escrito. En algunos documentos han constatado el « pesar constante del pueblo por las sucesivas riadas del Oja y las consiguientes destrucciones». De la información obtenida concluyen que «hasta avanzado el siglo XVIII el puente sólo tenía utilidad para la comunicación con Santurdejo y Pazuengos y para el paso a las tierras, 'Pago de Allende', por lo que es probable que fuera muy rudimentario e, incluso, que no tuviera una obra civil consistente y se utilizara especialmente la madera, reparándose cada año, después de avenidas o riadas».

Por el historiador José Juan Bautista Merino Urrutia se sabe, también, que en tiempo del rey Carlos III se construyó sobre el Oja «un puente de 3 ojos, cuyo costo se exigió de los pueblos de 20 leguas a la redonda, como en aquellos años era costumbre». Entre otras referencias, una localizada dice que «en 1678 el mayordomo de Santurde reclama a algunos vecinos lo que le deben por el repartimiento que hicieron para reparaciones del puente de la villa y de los trabajos de conservación del monte comunal». Y en LA RIOJA del 27 de febrero de 1912 se alude al arranque «de los puentes de madera que los vecinos de Santurde tienen colocados para pasar por el río Glera, viéndose sorprendidos con tan inesperada incomunicación». La Guardia Civil detuvo por ello a cuatro jóvenes de Santurdejo.

De José Luis Agustín Tello es obra un documentado estudio titulado 'Historia del puente de Santurde 1913-1919'. En él se indica que, ya en 1897, los vecinos de Santurde y de Pazuengos «están vivamente interesados en que se construyan el puente y la carretera que han de poner en comunicación dichos pueblos con el resto de la provincia», tal como recogía el diario EL LIBERAL, de Madrid.

Pasaron los años sin novedades. Las únicas noticias las daba el Glera, que especialmente furioso por aquellos años causaba importantes daños con sus riadas y avenidas constantes. Y por fin, en 1914, el Boletín Oficial del Estado publicó la aprobación del proyecto para la construcción de un puente por 58.383,32 pesetas, de las que el Estado financiaría finalmente 32.053,21 pesetas.

Las obras comenzaron el 14 de junio de 1915 y finalizaron el 28 de noviembre del 2018. En 1915, de nuevo LA RIOJA informaba de que las obras iban lentas. «Es tan escaso el personal que se precisan cien obreros más que no se encuentran», puede leerse en el periódico del 9 de octubre. Pero se hizo, y ahí sigue, con sus 90 metros de longitud y cuatro ojos sobre el Oja, con las únicas modificaciones que se realizaron en su parte superior para la ampliación de la calzada y sustitución de los pretiles, en los años 1976 y 2001.

El Ayuntamiento, con la colaboración del bar-restaurante Los Arcos de la localidad, conmemorará este centenario el próximo 2 de noviembre, con un programa que comenzará a las 12 horas en el mismo puente, con la recepción de invitados, una reseña histórica a cargo de José Luis Agustín Tello, la presentación de un monolito conmemorativo y un recorrido, igual que hace un siglo, con la banda de música de la localidad hasta la plaza del Fundador, donde se ofrecerá un aperitivo.