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Después de pasarse toda la vida residiendo en ciudades, Luis Javier García decidió volver a su pueblo natal, Villar de Torre, buscando la tranquilidad tras sufrir un infarto de corazón. Sin embargo, alejado de la polución, el ruido y el estrés de los núcleos urbanos, ... se topó con un inesperado problema que desde su retorno le tiene en situación de estrés continuo: los perros peligrosos.
«Volví a Villar en 2009, y desde entonces he sufrido cuatro ataques de animales agresivos; los primeros ocurrieron hace mucho tiempo, pero es que los otros dos han sido en este mes de septiembre, el último el pasado domingo», relata el prolífico escritor y periodista. Todas las agresiones han provenido de ejemplares de gran tamaño; el inicial un mastín, luego uno sin raza y, en los más recientes, varios pitbulls.
«El primero de los ataques fue el más duro y el que casi me cuesta la vida; estaba paseando con un familiar por el campo cuando el mastín de 60 kilos vino corriendo hacia mí y se lanzó directamente a por la yugular, estuve diez minutos forcejeando hasta que conseguí zafarme de él, pero acabé con heridas», explica nerviosamente Luis Javier.
«El segundo vino de un can que vivía al lado de mi huerta, que me volvía loco y perseguía cada vez que paseaba por Villar, afortunadamente el dueño acabó mudándose a otro sitio», asegura el gallote. En aquella ocasión, como era dentro del casco urbano, Luis Javier presentó un escrito al Ayuntamiento pidiendo medidas «pero no hicieron nada».
Tras aquellos dos episodios, pasó un largo tiempo de sosiego aunque, a la postre, el problema volvió a encontrarle a él. «A principios de este mes de septiembre un pitbull que unos chavales llevaban suelto por el campo atacó a mi perro 'Ñajo', que es pequeño y tiene cuatro años», cuenta Luis Javier. «Lo enganchó del cuello y al final logré que lo soltara, no obstante, ambos acabamos en el veterinario y en el centro de salud, con heridas y puntos», sentencia.
Después de aquel ataque, el dueño del can le pidió perdón asegurando «que no sabía que había nadie paseando por allí». Pero eso no es todo. El pasado domingo, sufrió una nueva agresión de dos pitbulls en la misma área, mientras buscaba setas. Con suerte, consiguió zafarse de nuevo. «Como siga así me da otro infarto», dice.
Desesperado, Luis Javier ha decidido comunicar los hechos a la Guardia Civil, aunque sin poner denuncia para no causar líos. «No puede ser que en los pueblos pequeños nadie controle a estos perros peligrosos», concluye.
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