Daniel Villarreal García es el vecino más querido de Ajamil. Solo tiene 4 meses, pero precisamente por eso, porque es el primer niño que se inscribe en el registro municipal desde hace 34 años. La escuela cerró hace 50 años y la última niña del ... pueblo fue Estela Terroba, hija del alcalde. Daniel es hijo de Fran y Dévora, dos jóvenes logroñeses de 31 años (con ascendencia ajamileña ella) que decidieron trasladarse al pueblo hace cuatro años para dedicarse a la ganadería. El pasado 17 de marzo nació su primer hijo, y el primer niño a Ajamil desde los años 80.
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«La verdad es que yo no quería vivir aquí, pero mi hermano convenció a mi novio para ocuparse de la ganadería de un vecino que se jubilaba y vinimos. Aquí se está bien», admite Dévora. Su hijo, reconoce, se ha convertido en «el juguete del pueblo, todos los mayores quieren verlo y cuando lo oyen llorar les da alegría». Como puntos positivos de que un niño crezca en Ajamil, en el Alto Leza, a 1.039 metros de altitud, Dévora señala que «solo compro pañales y toallitas, lo crío a teta, no molesta a los vecinos y aquí hay más tranquilidad». Solo pone un pero, y es un médico pediatra. «Sé que es mucho pedir porque hay pocos niños en la zona, y más cuando casi nos quedamos sin Urgencias los fines de semana». No descarta ampliar la familia y que la excepción de que un niño crezca en Ajamil de Cameros pueda no serlo tanto con un hermano o hermana. «Queríamos tener un niño y ha sido niños, pero todo se verá, quizá en tres o cuatro años…», avanza Dévora, para quien aportar un nuevo vecino a Ajamil ha supuesto un orgullo: «Ya sabía que hacía mucho tiempo, aunque no tanto».
Desde el Ayuntamiento de Ajamil de Cameros ha agradecido «enormemente a Francisco, Débora y su pequeño Daniel por su decisión de vivir en el municipio, trabajar en él y con ello formar una familia que permite dar vida a los Cameros, conseguir mantener la escuela del Camero viejo unos años más y que sea un grano de arena para la lucha contra la despoblación rural» y desea que «sea la primera familia de muchas más en seguir su ejemplo».
Para la abuela de Daniel, Maribel Galilea, la alegría ha sido igual o mayor. «Yo estoy muy contenta», asegura, y rememora su infancia: «Antes en casa éramos diez niños y te criabas en la que solo había uno». «El niño supone un orgullo porque ayudará a mantener vivo el pueblo», señala Maribel. También está radiante el tío, Eduardo García, teniente de alcalde de Ajamil. «Llena de alegría tener un niño aquí, a ver si esto crece, si se anima la gente, porque es raro que alguien venga a vivir aquí si no son descendientes, es difícil porque aquí solo te puedes dedicar a la ganadería y necesitamos servicios como el wifi», expone Eduardo García. Eso sí, el tío y teniente de alcalde desvela un truco para que su nuevo sobrino y vecino concilie el sueño: «La mejor forma de que se duerma es llevarlo por los caminos que tienen baches, como el de Paulas o el de Soto, cualquiera de los de Monte Real».
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