Antiguamente, las medicinas se guardaban en tarros que Ana y Paquita aún conservan. Eduardo García
Nájera

Un siglo de farmacia en la calle Mayor

La familia Mendiola cumple cien años vendiendo medicinas en su céntrico local, por el que han pasado tres generaciones

Viernes, 31 de enero 2025, 07:16

Tal día como hoy, pero hace cien años, el licenciado Marcelino Argeo Mendiola tomaba posesión de una farmacia ubicada en el número 33 de la calle Mayor de Nájera. En aquel entonces, no existía la Seguridad Social, no había antibióticos y lo más vendido eran ... los remedios caseros conservados en tarros de porcelana, decorados con mucho esmero.

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Ahora, en 2025, las hermanas Ana y Paquita, nietas de Marcelino, son las que gestionan el día a día de un negocio imprescindible para la salud de todos. Forman la tercera y última generación que sigue vendiendo medicinas en pleno centro de Nájera. «Hemos crecido entre cremas, balanzas, potingues... y hoy por hoy la farmacia ha evolucionado mucho, y es súper específica», detalla Ana, la pequeña de las hermanas. «Ahora es todo electrónico, pero cuando empecé aquí, hace 40 años, recuerdo que la gente traía las recetas en servilletas», le replica Paquita.

El periódico del 1 de febrero de 1925 reseñaba la apertura. L. R.

A pesar de que el signo de los tiempos haya cambiado, el objetivo se mantiene: velar por la salud de los najerinos. «Ya no es solo ayudar a curarles, también consiste en mirar por los pacientes, escuchar, servir de lugar de encuentro... en la pandemia era el único sitio al que podían venir», cuentan entre ambas.

L. R.

Una de las curiosidades más destacadas de este mundillo es que, antiguamente, los farmacéuticos estaban obligados a vivir junto a sus locales. «Cuando comenzó mi abuelo, era un edificio del siglo XV y él residía justo encima; en los años 70 se tiró, se hizo nuevo y ahora en cada planta vive un miembro de la familia, mantenemos la tradición», relata Paquita con emoción.

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Tras cien años en los que se han vivido epidemias de gripe, polio y cólera, las Mendiola celebran hoy una fiesta en su local, a la que están invitados todos los vecinos. «Lo malo es que nuestros hijos no seguirán la estela familiar, pero vamos a disfrutar el día a día de llevar el negocio como hermanas», sentencian.

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