Los jueves de verano son una fiesta en Nájera

Los jueves en Nájera tienen algo de especial. Desde temprano ya se puede ver a bastantes personas por las calles de la ciudad, más que cualquier otro día de la semana. Y la gran mayoría de ellas van en una misma dirección, hacia el aparcamiento del paseo San Julián, donde cada semana se instala el mercadillo, y que en los meses veraniegos atrae a más vecinos y visitantes que en otras épocas.

Se mire en la dirección que se mire, se puede ver a gente que pregunta por el precio de los vestidos de verano, que se prueba zapatos, que hace fila en los puestos de alimentación o que, simplemente, se da una vuelta alrededor de los diferentes tenderetes para echar un vistazo a la gran variedad de productos con que cuenta el mercadillo najerino. Mujeres, hombres, jóvenes, abuelos con sus nietos, padres con sus hijos... nadie quiere perderse este día tan especial en Nájera. Un día que, como define José Luis Gabarri, que junto a su mujer dirige un puesto de ropa, «es como una fiesta».

José Luis es de Nájera, lleva prácticamente toda la vida acudiendo al mercadillo y cuenta que estos días son muy diferentes a uno normal. «Llega el jueves y ves los bares llenos, la economía de Nájera sube mucho. Esto es algo que pasa en cualquier pueblo el día que haya mercado», explica. Cada jueves se crea un ambiente muy especial, «donde muchas mujeres vienen y pasan la mañana, quedan con las amigas, se empiezan a probar ropa... Es un día diferente que en los pueblos más pequeños cambia totalmente la estructura, porque la gente viene al mercadillo y luego se juntan para ir a tomar un café. El mercadillo trae mucha armonía», estima José Luis mientras atiende a una clienta.

No muy lejos de su puesto, se encuentra uno de esos grupos de amigas a los que hacía referencia este vendedor. «Nos gusta venir todos los jueves a dar una vuelta, aunque no vengamos con idea de comprar», confiesa una de ellas, y otra añade que «en el mercadillo encuentras de todo, con buena relación calidad-precio y muy buena atención».

En este tipo de mercados, donde tanto vendedores como clientes acuden cada semana, no es difícil formar relaciones más allá de lo comercial. Así lo destaca Roberto Miralles, que cuenta con un puesto de calcetines con el que lleva viniendo a Nájera desde los 12 años, cuando acudía con su padre, hasta que este se jubiló y él continuó la tradición. «En verano, con un tiempo tan bueno, te lo pasas muy bien, hablando con las mujeres, que ya te conocen, atendiendo a la gente... En invierno es un poquito más duro, pero también tiene su atractivo», admite Roberto, que no solamente acude a Nájera, sino también a otros pueblos como Casalarreina, Ezcaray o la zona de Burgos. El comerciante matiza que, hace años, «a los mercadillos venía gente un poco más joven, pero ahora sobre todo es gente mayor, aunque en vacaciones no es difícil ver a familias completas».

Otro de los puestos más veteranos de este mercado najerino es el de 'La Diligencia', la tienda logroñesa que, con su puesto ambulante, lleva ya más de treinta años viajando por diferentes pueblos, incluido Nájera. Cada jueves, desde las 07.30 de la mañana, Javi y David están en el aparcamiento San Julián montando su puesto para atender a las decenas de personas que se pasan a lo largo de todo el día. «El ambiente es muy bueno, la gente muy agradable y nos llevamos muy bien entre todos los vendedores, lo que lo hace un trabajo llevadero», concluye David, antes de seguir atendiendo con una sonrisa a sus clientas.