El cierre de Aquanájera deja en la calle a mil usuarios y la incógnita de cuándo reabrirá

La finalización del contrato con JIG Easy Services, empresa encargada de la gestión del complejo deportivo hasta ahora, así como el rechazo a una nueva prórroga y la falta de un nuevo pliego para la adjudicación del servicio, han llevado a que Aquanájera se vea obligada a cerrar sus puertas, dejando en la calle a más de 1.000 abonados y a trece trabajadores, que desconocen cuándo podrán volver al complejo najerino.

La tristeza y la impotencia es algo que desde hace días está muy presente en todas las instalaciones de este centro, desde la recepción –donde todavía ayer seguía llegando gente a firmar esa petición que nació de un grupo de socios pidiendo «no dejar morir Aquanájera» y que ya suma alrededor de mil firmas– hasta el gimnasio, la piscina, el spa o las pistas de pádel, que ayer recibían a sus últimos usuarios.

Rosa llegaba ayer a mediodía con sus dos hijos, Elisa y Miguel, para hacer uso de una de las pistas de pádel pertenecientes al complejo. «Nosotros venimos a pelotear un poco pero mi marido, que es el que más juega, ha tenido que buscar otro lugar, y ahora va a Baños de Río Tobía. Es una pena que teniendo esto en Nájera tengan que ir a otro sitio», lamenta Rosa. Además de quienes van a jugar por su cuenta a las pistas, también están los alumnos que dan clases con Nájera Pádel Club, y que ahora ven interrumpida su formación.

Esta familia no fue la única que aprovechó el último día para disfrutar de las instalaciones najerinas, Javier y Adrián también acudieron ayer, en su caso, al gimnasio. Adrián explica que el año pasado, cuando se produjo el primer cierre, «estuve yendo al otro gimnasio que hay en Nájera, y ahora la idea es volver allí». Javier, que es profesor de Educación Física, se apena «por los chavales, ya que venimos a la piscina y hacen mucho más ejercicio que en el propio colegio y es una actividad que les gusta».

No todos vienen a Aquanájera a hacer deporte. Algunos, como Pilar, vienen por salud. «Me caí y me rompí la cabeza del húmero, ahora estoy en rehabilitación y me viene genial hacer los movimientos dentro del agua». Con este cierre, Pilar se verá obligada a desplazarse a otros pueblos. «Todavía no puedo conducir y tendría que depender de gente que me lleve a Fuenmayor, Villamediana o Logroño», pero, como bien apunta, «es una cuestión de salud y no puedo dejarlo. Me hacen una verdadera faena».

Una faena no solo para los najerinos, pues hay muchos usuarios que vienen de otros pueblos como Santo Domingo, Ezcaray o Cirueña, como es el caso de Alberto. «Vengo a la piscina todos los días desde Cirueña, y por las noches porque no hay autobús, que si no también», apunta.

Ahora, solo queda esperar a que este cierre no se alargue mucho en el tiempo, y que tanto usuarios como trabajadores «podamos volver a vernos muy pronto», deseaba María desde la recepción de Aquanájera.