Secciones
Servicios
Destacamos
DEMETRIO GUINEA
Domingo, 18 de agosto 2019, 20:51
A finales de los sesenta, el punto de encuentro de la mayoría de los adolescentes locales y forasteros que veraneaban en Nájera era el Bar Windy, situado en la calle Constantino Garrán, y esta fotografía, tomada a las puertas del establecimiento una tarde ... de principios de agosto de 1969, lo atestigua. El año anterior lo habían abierto los hermanos Chogo, Leandro y Félix Ochoa, y enseguida se puso de moda entre los jóvenes. Sus paredes estaban decoradas con las caras de The Beatles, siguiendo la estética pop y colorista impuesta por Andy Warhol, pero su mayor atractivo era la máquina de discos en la que sonaban a todas horas los grupos de actualidad: The Beatles, The Rolling Stones, Los Ángeles, Los Bravos, Los Canarios, Los Brincos y, a ratos, Ella Fitzgerald y Aretha Franklin, que ponían María Luisa Morga y su amiga francesa Joëlle Justes, de la que yo me había enamorado como un imbécil el verano anterior.
En la foto puede apreciarse un cartel anunciando la puesta en escena del espectáculo 'Crónica Najerense' para los días 14, 15, 16 y 17 de agosto de 1969, o sea, hace ahora cincuenta años, por mucho que en el 2018 se empeñaran unos y otros en confundir la representación número cincuenta con el quincuagésimo aniversario del inicio de las representaciones histórico-najerenses, que es este 2019 el año en que han cumplido realmente su primer medio siglo de vida.
Cuando se tomó la imagen faltaban menos de dos semanas para el 14 de agosto. Coincidiendo con el estreno de 'Crónica Najerense' se tenía previsto inaugurar el mismo día las instalaciones del nuevo hotel San Fernando, una obra promovida por el industrial Paco Luis Bartolomé que se había iniciado en los primeros meses de 1968 y que solo estaba a falta de los últimos retoques. También se iba a bendecir en esa misma fecha el nuevo alumbrado público que tanta falta hacía en la ciudad. Adiós, pues, a aquellas calles mal iluminadas por toscas bombillas que pendían de un cable colgado entre casas y que ofrecían una de las últimas imágenes de la Nájera rural que aún remitían a lustros de atraso y pobreza. Resulta comprensible que el cronista local de 'La Gaceta del Norte', José Luis Sáez Lerena, dejándose llevar por la euforia del momento, pronosticara que la jornada del 14 de agosto de ese año sería recordada «porque va a ser un día de los llamados a hacer historia».
Lo que había hecho historia unas fechas antes fue la llegada del primer hombre a la Luna y la imagen del astronauta Edwin 'Buzz' Aldrin poniendo pie en nuestro satélite, filmada por su compañero Neil Armstrong, que le había precedido en el descenso del módulo Eagle aquel 21 de julio de 1969. Muchos najerinos permanecieron en vela ante sus televisores hasta altas horas de la madrugada, al igual que tantos millones de hombres y mujeres en todo el mundo, siguiendo en directo la retransmisión de la llegada a la luna del Apolo XI profusamente comentada a los españoles por el corresponsal de TVE en Washington, Jesús Hermida. Aquella noche todo resultó tan irreal para los najerinos como lo sería tres semanas después la recreación del pasado medieval de su ciudad y la reviviscencia de sus antiguos días de esplendor durante la primera mitad del siglo XI, con los reinados de Sancho 'el Mayor' y su hijo Don García, transmutados por la magia de la puesta en escena, la música y los juegos de luz que se filtraban por entre los calados platerescos de los arcos del claustro de Santa María la Real, en maravillosas ensoñaciones líricas que emocionaron a muchos.
Vuelvo a la foto para identificar a los que aparecemos en ella. De pie: Nacho Hervías, Juanma García, Amaya y Arancha. Sentados: Víctor Luis Alesanco, Chogo, yo (recostado sobre él), Ana Tere Aspiunza (que moriría en 1975), Ander Retolaza, Tere Garcés y Mariví Fernández, Manolo Ortega (con gafas de sol), Rafa Díez, Margary García Manzanares, Javier Azofra y Raúl Ruiz. Y delante, Michel Manzanares. Echo en falta a Paco Cañas, que era de nuestra pandilla, y a Pepe Manzanares, aunque creo que fue él quien sacó la instantánea. Entre las chicas, solo Tere Garcés vivía en Nájera. Las vizcaínas Amaya, Arancha, Ana Tere y Mariví veraneaban en la ciudad, igual que Margary, Juanma y Ander. Juanma era primo de Margary por vía paterna, y Margary lo era, por parte de madre, de Michel y Pepe Manzanares. Además era hija de Justiniano García Prado (catedrático e inspector de Enseñanza Media destinado en Barcelona, gran estudioso de la historia de nuestra ciudad y autor del libreto de 'Crónica Najerense') y hermana pequeña de Antonio, que suele mandar a este periódico muchas de las fotografías de Nájera que hizo él mismo para ilustrar la guía que escribió su padre y se publicó en 1963 o 1964, siendo alcalde Antonio Lerena.
De los diecisiete jóvenes de entre 16 y 18 años que aparecemos en la imagen, al menos diez participamos como figurantes en la edición inaugural de 'Crónica Najerense' y las de los años 1970 y 1971, junto a los actores profesionales que trajo el director, Roberto Carpio. Hacíamos de soldados, de monjes con hachón en el entierro del rey Sancho 'el Mayor', de peregrinos a Compostela o de pajes en la boda de Don García (Nicolás Dueñas, padre de la reputada actriz Lola Dueñas) y Doña Estefanía (Margary García Manzanares).
El espectáculo, con sus casi dos semanas de ensayos y sus cuatro días de función, alteró todos los códigos de conducta vigentes hasta entonces. De entrada supuso nuestra primera victoria contra la inflexible prohibición paterna de trasnochar entre semana. Con la coartada de las representaciones, 'Crónica Najerense' abrió un resquicio de libertad y nos permitió vivir la novedosa emoción, prolongada cada noche, de dirigirnos a los camerinos situados en el antiguo frontón del monasterio, vestirnos y salir al escenario situado en el patio de los claustros, entre la cálida palpitación de un público entregado y el rotundo flechazo de los focos, a repetir, noche tras noche, aquellos rituales que nos integraban en la liturgia de la representación con el entusiasmo arrebatado de los conversos. Pero luego seguían horas pletóricas por una Nájera durmiente y silenciosa, entregados a paseos de noctámbulos felices embriagados por los efluvios de la noche estival, mientras confraternizábamos con amigos que eran una prolongación de nosotros mismos y de nuestras inquietudes adolescentes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.