Las vueltas son el epicentro, pero no la única atracción

Pues bien. Sus fiestas de bienvenida al verano, como también se las podría denominar, son algo más que esas vueltas que se inician en torno al quiosco del Paseo San Julián y, tras varias horas de jolgorio y música, concluyen en la plaza de España, una vez salvado el fielato para los más flojos, de superar las angosturas de la calle Mayor.

A lo largo de los siete días de programación festiva en estas fechas tan esperadas por los najerinos, también hay tiempo para entretenerse y divertirse con otras actividades que, por lo general, cuentan con la impagable aportación de las dos peñas de la ciudad: la Malpica y la Juventud. Bien e pudiera decir que sin ambas, las fiestas serían otro cantar.

En este sentido, las peñas no sólo se ocupan de llenar de actos muchas horas al margen de las vueltas, sino que, además, tienen la gentileza para con sus vecinos, de estrujarse el magín para inventar nuevos atractivos a fin de que la programación, que como en la mayoría de los pueblos y ciudades suele pecar de repetitiva, la de Nájera no resulte así.

Si en la pasada edición, la del 2016, los de la peña Juventud se inventaron las chiquivueltas para que los más pequeños puedan ir empapándose de las tradiciones najerinas sin verse envueltos en la vorágine de las vueltas reales, este año han aprovechado la víspera del primer día grande para organizar el Concurso de fotografía sanjuanera.

En cuanto a la peña Malpica, tal vez no se le pueda exigir mucho más, no en vano ellos corren con la gran responsabilidad de abrir y cerrar las fiestas con su desentierro y entierro de la cuba Venancia. Además, también innovan.