Albelda de Iregua y San Román de Cameros volverán a dar la matraca esta próxima Semana Santa. La tradición marca que en Jueves y Viernes Santo, como Jesús ha muerto, no se tocan las campanas para guardar un respetuoso silencio. Antaño incluso cerraban los ... bares en los pueblos, pero como de alguna manera había que realizar el llamamiento a misa, los jóvenes, armados con las matracas, que armaban un ruido atronador, recorrían las localidades para realizar el llamamiento. Según recuerda la Asociación para la Historia de Albelda, incluso se gritaba: «¡A los oficios divinos: el primero!»; y así sucesivamente los tres avisos.
Publicidad
La tradición marcaba que, tras los maitines, los niños hacían sonar las matracas, como las campanas, tres veces antes del inicio de cada acto religioso. Parece que el uso de matracas se extinguió de forma generalizada en 1967 por el progresivo desinterés por los cultos religiosos. En Albelda hay constancia de la utilización de matracas desde el siglo XVIII, si bien hacía 50 años que no sonaban, aunque en 2019 ya hubo un intento de recuperación que se truncó con la pandemia y la suspensión de todos los actos de Semana Santa. «Yo tengo una colgada en el merendero de cuando era chaval. Carlos Cabezón se ha movido, ha contagiado a los demás y estamos unos veinte que hemos ensayado un par de días», cuenta Ángel Zorzano.
«Para anunciar las misas y maitines se reunía la juventud y, con una matraca, que es una placa de madera con unos martillos, un grupo de veinte o treinta la tocaban», recuerda Carlos Cabezón, vecino de Albelda de 74 años que ha querido recuperar la tradición. Y no es la primera vez. «Lo intenté también el año pasado con chavales del colegio pero fue fallido porque, en el momento del 'juicio final', no van», recuerda Cabezón, que vuelve con ilusión renovada.
«Queremos recuperar eso, que es muy bonito y a la gente le gusta. Ahora he querido empezar con adultos, pensando que igual era más difícil, pero han acudido una docena. A ver si el año que viene somos 50 o 60», desea Carlos Cabezón, consciente de que, si el grupo de voluntarios es grande y uno se cansa, como se cansan los porteadores de los pasos de Semana Santa (porque darle a la matraca también cansa), puede haber sustitutos. El propio Carlos Cabezón está haciendo artesanalmente las matracas. «Tenía quince ya hechas del año pasado y ahora he hecho una docena más», cuenta Cabezón con gran alegría al exponer.
Publicidad
Algo parecido sucede en San Román, donde atesoran algunas matracas del siglo XVII y otras las ha hecho con madera reciclada Jesús María Baroja, de Autol. «En el Camero Viejo se ha perdido la tradición, salvo en San Román, donde para acompañar a la procesión se tocan las matracas porque no hay tambores», explica el párroco Antonio Arnedo.
En San Román no hacía tanto que se habían dejado de usar, se abandonaron tras la pandemia, pero ahora han querido recuperarlas con más fuerza. «Habrá una docena entre matracas y carracas y espero poder hacer más el año que viene», desea el cura Antonio Arnedo.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.