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En el modesto pueblo de Brieva de Cameros se esconde una de esas instalaciones que resultan clave para el equilibrio de los ecosistemas riojanos. Se trata del Centro Ictiológico, que hace referencia a la rama de la ciencia que estudia a los peces. Allí, cada año, se crían y engordan decenas de miles de truchas autóctonas. Estas son liberadas luego en los ríos de toda la región, con el objetivo de mantener una proporción de estos animales adecuada para garantizar la salud de nuestras aguas.
El Centro se inauguró a finales de los años 90, en el lugar de una antigua piscifactoría. Está gestionado por una empresa vinculada al Gobierno de La Rioja, y dirigida por Miguel Ángel Moreno. «Lo que buscamos es recuperar las poblaciones de trucha autóctona en los tramos más afectados, conseguir peces de calidad y proteger la oferta de pesca en las zonas rurales», explica Moreno. Con ese triple objetivo, cada año liberan en 300 kilómetros de río unos 200.000 huevos embrionados, 800.000 alevines, 50.000 añales y 20.000 truchas de tamaño pescable. En total, en torno a 13.000 kilos de este pez autóctono.
Antonio Sánchez es, desde casi el comienzo, el encargado del día a día del Centro, en el que hay cinco empleados. «La dificultad que teníamos es que especies de fuera, como la trucha arcoíris, que es muy voraz, le estaba quitando su espacio a la autóctona», relata Sánchez. Para luchar contra ese problema medioambiental, trabajan con un claro esquema de actuación: cría, alimentación y suelta. «Es una labor bastante exhaustiva porque hay que seleccionar los huevos manualmente, y mantener las truchas con buena salud para que lleguen bien a los ríos; algunas pueden permanecer aquí años antes de soltarlas», detalla el encargado.
Las truchas tienen dos enemigos claros: la alteración de los caudales y las presas. «El inconveniente es que, al estar muchos ríos gestionados por la mano del hombre, se producen desembalses o cortes que afectan negativamente al ecosistema de las truchas», afirma Miguel Ángel Moreno. «Las presas también impiden los movimientos naturales de migración», añade el director del Centro Ictiológico.
A esas dos amenazas, se suman la contaminación, las obras o la pesca abusiva. Y un nuevo inconveniente como es el calor. «Deberíamos estar en época de cría y por la falta de frío, ya desde hace varios años, está retrasándose la reproducción», concluye Antonio Sánchez, el encargado.
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