Dos historias de gigantes y cabezudos

'Pirri' empezó sacando los cabezudos cuando se fundó la peña Los Tímidos. «Me puse ahí y hasta hoy», dice. El más veterano portador de la comparsa no quiere esperar a las 'bodas de oro', el año que viene. «Ando fastidiado de las caderas y sufro» , asegura. Lo deja con «mucha pena». «Los gigantes y cabezudos han sido mi vida, la mayor ilusión que he tenido, porque son la fiesta», dice. Los primeros 43 años sacó cabezudos; después, los gigantes. «Ya no podía correr; los chavales me pasaban por todos los sitios».

Fue él quien metió a Juan Carlos en esta tradición local. «Entra que falta uno», le dijo un día, hace cuatro décadas. Empezó con 'Diplomático' y siguió con 'Baturra' y 'La Reina', matiza que la vieja, que son las que más pesan, entre 45-48 kilos. «Es un esfuerzo muy bien llevado, porque es lo más bonito de las fiestas, porque ves que disfrutan lo mismo los niños, que los padres y abuelos. Es un acto para todos».

De niño «les tenía pánico, me escondía», confiesa. Ahora, todo lo contrario. «Me lo paso en grande, sobre todo por ver a la gente cómo disfruta».

Dice Juan Carlos que, 40 años después, el espíritu de la tradición sigue siendo el mismo. «Lo que hace especiales a los cabezudos de Ezcaray es porque pegan y hay que correr, lo que a la gente le encanta», afirma. Al hilo de esto recuerda la denuncia de un padre que consideró excesivos los zurriagazos dados a su hija. «Yo mañana vuelvo a los cabezudos», dijo ella ante la Guardia Civil.