Romeo y Julieta, los inmortales personajes de la obra homónima de William Shakespeare, iconos del amor prohibido, cambiaron ayer su escenario de Verona por el del Teatro Bretón para acercar al público que llenó el aforo máximo permitido su trágica relación. Lo hicieron adaptados ... a la versión de la compañía Teatro Clásico de Sevilla, que aspira al premio del XXIII Certamen Nacional de Teatro Garnacha de Rioja, actualmente en su fase profesional.
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El espectáculo, dirigido por Alfonso Zurro, llegó a la localidad jarrera con el aval de cuatro candidaturas a los XXIII Premios MAX de las Artes Escénicas 2020, sustentados sobre el buen hacer de una compañía que regurgita para el siglo XXI los avatares del amor prohibido tantas veces sufrido por tantos y que ha sido fuente de inspiración artística en todos los géneros. El propio poeta inglés pudo inspirarse en el relato mitológico de la Antigua Grecia, entre Píramo y Tisbe, que concluye también con el suicidio de los amantes.
«Nos parece importante, en estos momentos tan inciertos, reflexionar sobre lo que contamos en nuestra adaptación de 'Romeo y Julieta'. Pensar en por qué el odio se instala entre nosotros, buscando el enfrentamiento, la violencia, la aniquilación del contrario. Un odio que enfrenta a familias, pueblos, naciones o ideologías y que, desgraciadamente, está más presente que nunca en nuestra sociedad», explica Noelia Díez, codirectora de la compañía. Y es que «esta es una historia de amor... y de odio», como se escucha al inicio de la representación, descontextualizada respecto al original en aras de otro enfoque que lime barreras al tiempo y acerque el mensaje al espectador del siglo XXI. En realidad, no hay 'distorsión', viene a decir Noelia Díez. «En Teatro Clásico de Sevilla nos caracterizamos porque en nuestras producciones las obras mantengan mayoritariamente sus elementos significativos y representativos, principalmente el respeto al texto. Pretendemos recuperar y llevar al público actual teatro clásico realizado con la máxima calidad. No planteamos releer para transgredir, sino para acercarlo con más facilidad a los espectadores actuales», explica.
En definitiva, poner el teatro clásico a las puertas del público contemporáneo. Ese es el objetivo de la compañía, cuya representante evoca a Borges cuando decía aquello de «Clásico es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad».
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La obra se traslada de Verona en 1591 a la España de 1930 y cambia montescos y capuletos por republicanos y monárquicos. Al final da igual que sean espadas o navajas, veneno y pistolas, antes o ahora. Estamos ante la esencia misma del ser humano, capaz de amarse y de odiar, en ambos casos hasta la muerte. La vida, como el escenario del Bretón anoche, está llena de muros.
El certamen teatral continúa hoy lunes, a las 19.30 horas, con la obra 'Por los ojos de Raquel Meller', a cargo de Teatro Tribueñe. Se trata de un espectáculo musical que repasa la trayectoria de nuestra tonadillera más internacional, a través de sus canciones más populares.
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