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La querida y antigua fuente de Iturrimurri de Haro agoniza. Las obras de adecuación que se realizaron hace dos años han durado bien poco y ello, sumado a la ausencia de mantenimiento, ha provocado una situación en la que es muy complicado acercarse al ... vaso de la fuente. Una decadencia que envuelve todo su entorno, al que se accede desde el frecuentado parque del mismo nombre.
El motivo podría ser la grava con la que se cubrió el camino –en pendiente– que lleva a la zona estancial que la precede. Actualmente, la vegetación que crece salvaje cubre la grava, que se distribuye en torno a los surcos que la lluvia ha creado en los últimos dos años. La misma que ha propiciado que gran parte de este pedrusco negro se haya desplazado escaleras abajo y cubra buena parte del vaso.
Las obras se llevaron a cabo en octubre de 2022. Consistieron en el desbroce del entorno próximo a la pileta, la limpieza del talud de la margen izquierda de la bajada a la fuente y de la zona de bancos ubicada en sus proximidades, que estaban casi enterrados por desprendimientos de tierra. Un proyecto que estaba subvencionado por el Gobierno de La Rioja a través de la Dirección General de Empleo, Diálogo Social y Relaciones Laborales y cofinanciado por el Fondo Social Europeo, y que contó con un Presupuesto de 18.480 euros.
Seis meses después de finalizar las obras, con cambio de Gobierno de por medio, el acceso ya se complicaba. En la parte superior, la zona estancial, los bancos ya comenzaban a sumergirse entre las oscuros pedruscos y la maleza, por lo que el verano pasado ya prácticamente nadie pasaba por allí, y eso que se encuentra junto a un parque muy frecuentado por vecinos y con una zona infantil de columpios.
Actualmente es difícil cruzarse con alguien allí. Su estado se aleja mucho de los años en los que fue muy utilizada gracias al frecuente paso del tren junto a ella y la facilidad para llegar. La fuente de Iturrimurri, que ya aparece en el 'Inventario de las heredades de la iglesia y cabildo' de la villa en el año 1400, cuenta con un especial valor histórico y patrimonial, además de saludable.
Y es que su particularidad, según las voces de la época, eran sus propiedades medicinales, junto a una ligera virtud laxante y diurética, como explica el historiador Fernando de la Fuente Rosales en su libro Temas Jarreros II. «Cualidades muy apreciadas por jarreros e incluso forasteros como el general Espartero, a quien todos los días se le remitiría por ferrocarril una caja con varias botellas», señala De la Fuente.
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