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DIEGO MARÍN ABEYTUA
Jueves, 4 de febrero 2021, 10:59
El Club Velocipedista Harense surgió en 1890. Entonces la entidad organizaba carreras en el desaparecido velódromo del cerco de San Agustín, en las inmediaciones de lo que hoy es la avenida de La Rioja de Haro, durante las fiestas de la Virgen de la Vega. ... En aquella época este tipo de competiciones generaban gran expectación entre los vecinos y el alcalde de Haro, entonces Arturo Marcelino, promovía la organización de corridas de novillos, carreras de velocípedos y orfeones para «la mayor afluencia de forasteros».
Recientemente el doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco David Mota Zurdo (Bilbao, 1985) ha publicado el artículo 'El velocipedismo/ciclismo en La Rioja en el siglo XIX: sobre el origen e historia de las sociedades Veloz Club Riojano de Logroño y Club Velocipedista Harense' en 'Materiales para la Historia del Deporte' (2020). Mota, cuya familia reside en Haro y allí inició sus estudios, es investigador agregado del Instituto de Estudios Riojanos y profesor de Historia y Geografía en la Universidad Isabel I. Su trabajo parte de la exposición 'A pedales por la historia' que en 2020 organizó la Casa de las Ciencias de Logroño para, indagando en el Archivo Municipal de Haro y el Archivo Histórico Provincial de La Rioja, arrojar luz sobre un terreno que considera «yermo».
Al parecer, el Club Velocipedista Harense podría ser el segundo que se fundara en La Rioja en torno al ciclismo, o lo que entonces se consideraba tal, porque el más antiguo del que se tiene constancia, el Veloz Club Riojano de Logroño, se fundó en 1888, tal y como atestigua David Mota en su estudio. Lo que parece no haber cambiado demasiado es la situación precaria de este tipo de clubes. El presidente del Club Velocipedista Harense, Teodoro González, pidió en 1892 ayuda a la Diputación de Logroño en forma de premios para los ganadores de una carrera, exponiendo Mota la negativa institucional: «La Corporación provincial se ha visto, con sentimiento, en la necesidad de negar otras peticiones análogas, no habiéndose otorgado jamás premio alguno para carreras de velocípedos». Mota subraya que en aquel entonces la bicicleta era considerada «un vehículo y no un artefacto deportivo» y vas más allá profundizando en una teoría que bien podría extenderse casi un siglo y medio después: algunos aficionados consideraban que este deporte «no debía someterse a los cánones de la mercantilización y profesionalización porque pervertía una práctica deportiva higiénica que debía limitarse al turismo y al divertimento».
El Club Velocipedista Harense tuvo un recorrido de no más de una década y desapareció antes de que finalizar el siglo XIX. Aquellos últimos años fueron los de mayor crecimiento y esplendor de Haro que, favorecida por la crisis de la filoxera en Francia, experimentó un auge sobresaliente en la comercialización del vino que propició ya no solo el nacimiento y desarrollo de esta industria, también la creación de la estación del tren, la apertura de una sucursal del Banco de España, la instalación de la luz eléctrica, varios teatros en la localidad... Hubo que esperar hasta 1964 para que surgiera un sucesor, el Club Ciclista Harense, fundado por Pacopín, quien también presidió el Club Haro Deportivo. El Club Ciclista Harense ha organizado la Clásica Viña Tondonia, el Memorial Álvaro Fernández y la marcha cicloturista Desafío Herrera.
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