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La Agrupación de Cornetas y Tambores de Haro cumplió ayer 45 años de vida, tiempo en el que ha atravesado diversas etapas –«cuatro estaciones», resume su tesorero y Relaciones Públicas, Diego González–, hasta llegar al momento actual.
Por encima de todo, durante todo este tiempo ... ha demostrado su capacidad para adaptarse, sobrevivir y seguir estando presente en los diversos actos de la ciudad jarrera, a los que realza con su acústica y su estética.
La agrupación comenzó su andadura, hace 45 años, adscrita a Cruz Roja, después fue la banda de la cofradía de Santa Vera Cruz. Posteriormente, se convirtió en la banda de cornetas y tambores, y, en 1994, se transformó en lo que es hoy la actual agrupación.
«Hemos pasado por varias etapas, pero lo que queda en todos nuestros componentes es el orgullo de seguir luchando por esta bendita locura que es la música cofrade», indica la formación en redes sociales, en las que destaca el trabajo de su actual presidente, Julio Ángel Martínez, y de su hermano, José Javier. De ellos dice que son «dos piezas claves que llevan toda su andadura junto a la banda, luchando y gestionándola de forma espectacular».
Actualmente la componen 32 personas: 7 cornetas, 20 tambores y 5 bombos. «Es una cifra muy variable. Hay años que salimos mucha gente y otros no. Depende sobre todo de la juventud. Yo llevo cuarenta años tocando, otros muchos, porque nos gusta y aguantamos, pero los chavales, cuando llegan a una determinada edad se terminan marchando. Pero como se van unos, entran otros», dice González.
Ahora mismo, su mayor necesidad sería la de contar con más cornetas, un instrumento más complejo en su práctica, aunque insiste González que a base de ensayos se aprende y toca, como han hecho muchas personas sin conocimiento musical previo alguno durante todo este tiempo.
Los ensayos se reducen, prácticamente, a cinco meses al año, sobre todo de cara a Semana Santa. Transcurrida esta, ya han iniciado contactos con el Ayuntamiento en torno a las dianas del Día de La Rioja y de las fiestas de San Pedro, en junio, tras las cuales se abre un paréntesis de inactividad hasta octubre, cuando se retoman los ensayos.
Cuarenta y cinco años que celebrarán allá por junio, aún por concretar, con una jornada de confraternización: una comida y música, que nunca falte.
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