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Macarena Alaminos rodea con el brazo a su hija Marta. LR
En busca de la esperanza de no perder la vista
Haro

En busca de la esperanza de no perder la vista

Marta y su madre solicitan ayuda para conseguir una segunda opinión y evitar la ceguera

Jueves, 6 de febrero 2025, 07:30

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La de Marta Eguíluz, con 24 años, es una historia de superación constante marcada por la adversidad. Estudió integración social, «para luchar contra el acoso», explicaba, algo que padeció precisamente por su situación. «Yo soy la primera que ha intentado ayudar siempre a personas con discapacidad, que es lo que he estudiado, pero en la vida me van a dejar ayudar a gente como yo». Actualmente vende cupones de la ONCE e incluso ha publicado un libro: 'La corona de cristal'. «Las empresas contratan gente con discapacidad no superior al 65%. ¿Yo qué hago con un grado del 87%?».

Nació pesando tan solo 780 gramos, apenas llegó a los seis meses de gestación, algo que le provocó problemas graves de visión, retinopatía del prematuro, que tuvieron que solucionar al poco de nacer. «Nació el 24 de octubre y en diciembre ya estaba operada», explicaba su madre, Macarena Alaminos. Su crecimiento estuvo marcado por parches y estrabismo, salpicado por operaciones... En la adolescencia sufrió dolores insoportables en los ojos, «miles de agujas que se me clavan en las retinas, los médicos me miran y me dicen que no tengo nada, que es todo normal», por lo que trataba de seguir con su vida. «Sabíamos que existía la posibilidad de quedarse ciega, pero la repentina pérdida tan brutal que ha tenido no nos la esperábamos», relataba Alaminos.

Marta Eguíluz después de la primera operación, con mes y medio. LR

En diciembre de 2024, la última prueba realizada, el diagnóstico parecía definitivo: «Me dijeron que mi campo visual está completamente perdido». Y ahora ha decidido enfrentar sus miedos, mostrar al mundo sus debilidades y contar su historia. No solo busca una ayuda económica que le abra una puerta a la esperanza, sino también apoyo de cualquier tipo. También comprensión y empatía. «Me voy a quedar ciega y no quiero», lamentaba.

Por eso, han decidido dar un paso más para eludir el diagnóstico. Han pedido cita en Oviedo para pedir una segunda opinión a uno de los mejores centros oftalmológicos de España, el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega que ha tratado al mismo Feijóo. «El problema, que es privado y caro», comentaba su madre Macarena.

Por ello, han decidido comenzar la venta de pulseras y abalorios con el fin de poder sufragar parte de los gastos que supondrá esta primera visita. Con el nuevo diagnóstico esperan «por lo menos, que mejore su calidad de vida –señalaba su madre–. «Ella es muy pesimista, pero al menos nos gustaría que se quedase con la visión que tiene para poder mantener su autonomía».

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