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Miércoles, 11 de diciembre 2024
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El Zamorano nació en Haro hace 107 años y ha sido un comercio que ha ido creciendo junto con la ciudad. Ahora, un siglo y tres generaciones después dice adiós a la localidad jarrera después de tantos años arraigado en la vida del pueblo.
Ángel Pérez, el abuelo de Fernando Pérez, llegó a Haro a principios del siglo pasado desde Zamora y él junto a su hermano, comenzaron a hacer venta ambulante llevando sus productos con un carro y una mula por los pueblos de alrededor y la comarca.
Después se asentaron y abrieron entre los dos un comercio hasta que se separaron y Ángel creó El Zamorano en la plaza de la Paz.
«En esos tiempos el comercio era muy distinto a lo que es hoy en día», comienza explicando Fernando. «Antes no se vendía la ropa confeccionada como la conocemos ahora. La gente compraba las telas y se hacían sus propias camisas en sus casas», continúa.
Poco a poco la tienda fue evolucionando hasta que falleció Ángel, entonces fue el turno de los padres de Fernando hasta el año 1976 cuando comenzó a estar al frente de la tienda.
«Hace 24 años aproximadamente cambié un poco el negocio y separé la ropa de hogar de la ropa de hombre y abrí aquí en la Ventilla la tienda DOMVS», explica. Pero Fernando, junto con su mujer, Rosa Angulo, decidieron que El Zamorano continuase en la céntrica plaza.
«La tienda antes era preciosa y seguía teniendo algunas cosas de cuando la abrió mi abuelo, como la caja registradora, que es muy antigua. Pero nos quedamos sin espacio y hace siete años la trasladamos también a esta calle», afirma.
Ahora, el interior de esa tienda que abrió hace un siglo está retratada en un gran vinilo tras el mostrador de El Zamorano, donde tanto Fernando como Rosa guardan con cariño esos años.
Sin embargo, como explica, la venta ha cambiado mucho, «antes teníamos unos mostradores muy grandes donde enseñábamos toda la ropa a los clientes. Ahora la gente quiere pasear por la tienda, ver y tocar los productos, así que hubo que hacer alguna modificación. Si mi abuelo viera ahora este mostrador tan pequeño...», comenta entre risas.
Para Fernando, la venta en los pequeños comercios es algo que «también se ha transformado». «Las grandes superficies han cambiado la manera de comprar. Antes era común pagar mucho en plazos y no fallaba ni Blas, ahora, por ejemplo, es distinto».
En estos momentos, a falta de días para cerrar, Fernando echa la vista atrás y recuerda su buena relación con los clientes tras casi medio siglo: «El trato con la gente hace 40 años no es muy diferente a lo que es ahora y no me quejo en absoluto de ellos, tenemos una suerte enorme con los clientes que vienen a las tiendas».
Y también recuerda a sus trabajadoras de siempre, de las que «no me quiero olvidar ya que son las que nos han permitido llegar hasta aquí, llegar hasta una jubilación digna».
También explica que, de momento, están buscando a alguien que se anime a llevar las tiendas ya que lamenta que la Ventilla «que tanta vida ha tenido, se vaya a quedar apagada».
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