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¿Quién teme al lobo feroz? Los ganaderos. En las últimas semanas se han incrementado notablemente los ataques del lobo no solo a ovejas, también a terneros y potros, sobre todo en Sierra Cebollera. En Villoslada de Cameros ya ha ganado la pugna por la supervivencia a dos ganaderos. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos ha informado que Borja Elías vende su rebaño después de sufrir varios ataques y, junto a la Asociación de Ganaderos de las 7 Villas, reclama «medidas de control para cortar la sangría que está llevando a la desaparición de la ganadería extensiva en la sierra de La Rioja».
Javier Elías, ganadero de 55 años, también ha decidido bajar las ovejas al corral y venderlas, harto de que el lobo diezme su rebaño. Si en todo el 2019 calcula que este animal salvaje pudo matarle una veintena de ovejas, ahora afirma que en los dos últimos meses han sido 40 de sus 800. «El lobo es incompatible con la ganadería. Es muy bonito visto desde fuera, pero a mí no me dan ni un duro por cada oveja muerta», declara Elías. El suyo es un testimonio lleno de hastío, rabia y también tristeza porque, asegura, su hijo Mario, de 17 años, «dejó de estudiar con 16 por las ovejas, ¿y qué pasa ahora?».
«El problema es serio porque te quedas sin nada del trabajo de toda una vida. Y la solución no es vender las ovejas, pero te desesperas. El lobo no puede existir donde hay ganado, el que lo quiera, que lo mantenga él, no lo voy a mantener yo con mis ovejas», se queja Elías. Y para colmo, insiste en que «de las ovejas que el lobo me mató el año pasado no me han pagado ni un duro; mucha culpa también tienen los guardas forestales, que no certifican como deben esas muertes».
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El Gobierno de La Rioja otorgó ayudas por valor de 116.637 euros en el 2019 por 622 ovejas a las que el lobo dio muerte en montes de utilidad pública, mientras que en lo que llevamos de 2020 se han registrado 328 y se han abonado 63.977 euros. «Pagamos con bastante celeridad y con precios por encima del mercado», subraya Ana Leiva, directora general de Biodiversidad. A esto hay que sumar las ayudas que, dentro del Programa de Desarrollo Rural, se conceden para el mantenimiento de perros de guarda de los rebaños, 51.667,59 euros a fecha del pasado 15 de mayo, repartidos entre 29 beneficiarios.
Ana Leiva cuenta que, además, se están construyendo cercados, abrevaderos, pastizales y caminos en el Alto Najerilla «para favorecer el manejo del ganado». «El lobo está regulado, no podemos hacer lo que queramos. Está protegido pero es especie cinegética en La Rioja, se pueden cazar cuatro al año», advierte la directora general de Biodiversidad.
Juan Carlos Pérez, de 34 años, dejó su Madrid natal hace una década para iniciar una nueva vida ganadera en Lumbreras, primero con cabras y ahora con 460 ovejas. Para él, esta ha sido la primera vez que el lobo ataca a su ganado y ha contado unas dieciocho mordidas, por lo que desde el pasado octubre ha guardado la mitad del rebaño en el corral. Juan Carlos cree que el aumento de los ataques se debe a que «han quitado antes las ovejas de Urbión», la sierra vecina, y al quedarse sin presas en los cercanos montes sorianos, los lobos se han trasladado a La Rioja.
«Empieza a haber sobreexplotación, el lobo no tiene depredador y es más listo que cualquier otro animal, lo que empuja a ciervos y jabalíes a otras zonas. Si un animal te ataca, para subsistir te marchas, por lo que la fauna salvaje se va a acercar más a las ciudades», expone Juan Carlos. «¿Tiene que haber lobos? Pues entonces habrá que buscar un equilibrio y dar facilidades: arreglar las pistas forestales para que no se destrocen los coches, que lleguen las ayudas, porque no llegan; construir cercados en los montes...», propone el joven ganadero.
Afirma Juan Carlos que necesita cinco mastines para proteger sus ovejas, y aunque recibe subvención para mantenerlos, no es suficiente porque solo su alimentación supone casi 4.000 euros anuales. La oveja, cuenta, está bien a 1.700 metros de altitud porque «en las cimas el suelo siempre está seco». Así, la realidad es que tiene las ovejas «casi para verlas, el jornal me lo saco en otra parte», ya que cuenta con otro trabajo.
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Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
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