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La librería El Cabas, en Baños de Río Tobía, es toda una institución en su sector tanto en la localidad como en los pueblos de la zona. Al frente de ella está Rebeca Martínez Santamaría. Natural de Baños, perito mercantil de estudios y profesión, ... desde hace 33 años que fundó la librería, además de surtir de libros y material escolar al pueblo y a los de la comarca, lo mismo que de productos de oficina, lleva a gala ser la distribuidora de periódicos en toda la zona.
– ¿Qué hacía antes de dedicarse a la librería?
– Estuve trabajando en una financiera muy importante en Logroño, hasta que trágicamente se disolvió. Manejaba prácticamente todo el dinero de La Rioja y estuve hasta el final, hasta que cerraron. Tenía ofertas de un montón de firmas en Logroño, de las que trabajaban con la empresa en que yo estaba, pero no quise.
– ¿Cómo se le ocurrió entonces montar la librería?
– Tenía dos hermanas que trabajaban con el abogado Reboiro Fraile, en Logroño, y hablando con él cuando desapareció la financiera le dije que iba a poner una librería en el pueblo. Entonces era un negocio en auge y no había ninguna en Baños. Yo quería tener una librería, sobre todo con prensa, porque a mí siempre me ha gustado el periodismo y la prensa. Compré la lonja con la indemnización y el apoyo de mis padres. La obra la hizo el arquitecto Domingo García Pozuelo.
– ¿Siempre ha vendido lo mismo?
– Al principio me instalé como librería con material escolar de todo tipo, libros de texto y demás, así como material de oficina. Pero como me gustaba lo de los periódicos, hable con Diario LA RIOJA y les dije que me comprometía a venderlo. Las ventas entonces eran impresionantes, tanto es así que contrataba a una dependienta para los fines de semana.
– ¿Vendía todos los periódicos?
– No, al principio solo LA RIOJA, luego me llamó EL CORREO, me moví y fui consiguiendo que me trajeran otros periódicos de Madrid, incluso llegué a pagar portes para que me los trajeran. Así poco a poco fui vendiendo más periódicos diferentes. Al principio era mucho lío, cada periódico tenía una factura diferente, hasta que llegó una distribuidora y se unificó.
– ¿Ha cambiado mucho el negocio de aquellos años a ahora?
– Sí, mucho. Internet lo ha cambiado todo. Los materiales de oficina y el escolar no han cambiado mucho, pero la prensa sí. Los bares fueron un punto importante, porque yo fui introduciendo los periódicos en los locales, ahí me he sacrificado mucho.
– ¿Sus mejores recuerdos?
– La prensa, ya que desde el principio yo me planteé que había que darle más difusión y había que traerla a diario y distribuirla en el pueblo. Aquí no había costumbre de leer los periódicos y fueron los chavales jóvenes los que se fueron animando a comprar periódicos, deportivos y de información general. También he hecho muchos suscriptores, eso sí, no puedes engañar a la gente, si engañas estás perdida.
MOTIVACIÓN
SATISFACCIÓN
– Así como tiene buenos recuerdos, ¿también los tiene malos por algún contratiempo?
– Contratiempo... lo más pesado de este trabajo es que no tienes un día libre. En todo el año solo hay tres días que no salen los periódicos, y eso la gente no sabe lo que es. Esto es muy esclavo, cuando tenía la dependienta aún estaba más tranquila si cogía la gripe o algo así.
– Entonces, usted ha oído hablar de las vacaciones, pero no las ha disfrutado, ¿no?
– Así es, pero me he hecho una casa en el campo. Cuando empecé a ganar algo de dinero, me hice una casa pequeña preciosa, con un jardín, en una finca de mi padre y que me la hizo también Domingo García Pozuelo, y ahí disfruto mucho. Me abstraigo de todo esto, para mí eso es un lujo.
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