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Con un ramo de flores comenzó ayer el día de su 105 cumpleaños Andrea Martínez de Laguna Santo Tomás. Fue obsequio de uno de sus nietos, el primero de los muchos regalos y muestras de cariño que esta serrana recibió durante tan señalada jornada.
Andrea nació el 29 de noviembre de 1913 en Torrecilla en Cameros, donde pasó su infancia. De adolescente se bajó a Logroño con sus seis hermanas para trabajar en una fábrica de lanas. En la capital riojana conoció a Félix Los Arcos Romo, un logroñés que le robó el corazón y con el que inició un noviazgo.
El estallido de la Guerra Civil los mantuvo un tiempo alejados, pero la relación estaba más que consolidada y al llegar el final de la contienda contrajeron nupcias.
De este matrimonio nació su única hija, Dori, quien le acabaría dando tres nietos y cinco biznietos. «Los quiere un montón», admite Dori.
Y ellos a ella porque cómo no querer a una mujer que sobresale por su generosidad. «Es incapaz de comer algo sin darle a los demás», subraya su hija.
Andrea ha llevado una vida volcada en los suyos. «Es una madre buenísima, muy dulce, que nunca se enfada», destaca Dori. Y que no ha parado de trabajar en casa. «Hasta hace poco me ayudaba a quitar el polvo y, si desayuna y se le cae algo por ejemplo en el desayuno, limpia la mesa rápidamente», indica la hija.
«Su afán ha sido siempre limpiar, por lo que estaba feliz con una escoba y u n trapo en la mano», sostiene. Entre sus aficiones también figuran el ganchillo. Dori asegura que desconoce cuál es el secreto de la longevidad de su madre. «Tiene una naturaleza muy buena», afirma. No en vano, ha alcanzado los 105 y «no toma ninguna pastilla».
Cuidarse, se ha cuidado. «Ha sido muy coqueta. Todas las mañanas y noches se daba sus cremas y siempre le ha gustado vestir bien», relata la hija. Así, de su armario colgaban «ropas preciosas».
Andrea no olvidó su Torrecilla natal, donde aún conserva una casa. «Ha subido al pueblo sobre todo a veranear», comenta Dori.
Estos y otros pasajes de su centenaria vida los recordaron ayer en una merienda en casa de la hija que reunió a la familia. En torno a algo de picoteo y un postre, los suyos colmaron a Andrea de besos y abrazos y de todo el cariño que merece una de las personas con más edad de La Rioja.
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