El 'Bobadilla', al fondo, en los últimos estertores del ferrocarril de vía estrecha que surcó La Rioja Alta, entre Haro y Ezcaray. L.R.

La Retina: de la vía a estrecha a la alta velocidad

El ferrocarril Haro-Ezcaray (1916-1964) nada tiene que ver con el proyecto de alta velocidad, salvo el objetivo del progreso

Javier Albo

Santo Domingo

Sábado, 26 de junio 2021, 02:00

Con motivo de la inauguración del ferrocarril de vía estrecha Haro-Ezcaray, el 9 de julio de 1916, Diario LA RIOJA escribió en su editorial: «20.000 almas que entran en el torrente circulatorio del progreso industrial van a sentir sus fricciones lubrificantes».

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Más de un siglo después, la historia vuelve a escribirse –de momento solo su prólogo– entre los imaginarios renglones que pudieran ser las vías del nuevo trazado ferroviario de alta velocidad para La Rioja Alta.

El proyecto sitúa una estación que daría servicio a toda La Rioja Alta en Bañares, a donde hace más de un siglo llegó aquel ferrocarril, en su escalonada inauguración, después de que en Castañares de Rioja la banda tocara el Himno de Riego... en plena monarquía. Metedura de pata para la historia...

34 kilómetros de viaje duraban hora y media, el mismo tiempo en que se cubrirían los 264 de Logroño a Valladolid

De momento es solo un proyecto, a muy largo plazo y con previsibles y grandes escollos por el camino. Primero debe aprobarlo el Ministerio de Transportes, luego encontrar financiación y después desarrollar este corredor que conectará el Cantábrico con el Mediterráneo.

¿Y qué tiene que ver este proyecto con aquel que echó a andar del año 1916? Nada. Si acaso, el nexo ferroviario y las pretensiones de progreso, que no tardaron mucho en toparse con una realidad en evolución que hizo que la nueva línea solo durara, muchos de ellos a duras penas, 48 años, hasta 1964.

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Es otra historia, totalmente diferente. De la velocidad, ni hablamos. Aquel desaparecido ferrocarril tardaba hora y media en cubrir los 34 kilómetros que separaban Haro de Ezcaray (con siete paradas entre ambas), casi el mismo tiempo que el futurible proyecto tardará en unir los 264 entre Logroño y Valladolid.

Aquel viejo proyecto también miró al Mediterráneo. En 1923 se pensó en su transformación a vía ancha mediante su conexión en Abejar (Soria) con la línea férrea Burgos-Mediterráneo, lo que hubiera supuesto un corredor entre Bilbao y Valencia, que atravesaría la Sierra de la Demanda. Hubo un proyecto que trazaba 98,8 kilómetros entre Ezcaray y Abéjar, con 57 túneles (uno de ellos, el 'de la Demanda', con 4,6 kilómetros), que cruzaba Zaldierna, Posadas, Altuzarra, Monterrubio, Neila, Quintanar de la Sierra, Regumiel, Covaleda y Abejar. La idea fue desestimada.

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Llegará la alta velocidad, o no, pero, si lo hace, sin duda que no habrá el mismo júbilo que aquel 9 de julio de 1916 en Santo Domingo, cuando, cuenta el historiador Francisco Javier Díez Morrás, «se engalanaron las calles, hubo actuaciones de la banda municipal, la empresa concesionaria ofreció un almuerzo a 300 pobres de la ciudad y se ofreció un banquete oficial en uno de los pabellones de la estación a más de 200 personas por la casa de comidas Paloma».

El 16 de enero de 1964 se puso fin a aquel deseo que el corresponsal de LA RIOJA había escrito 48 años antes: «Este día puede ser para nuestro pueblo el punto de partida de acelerado progreso, de una nueva vida, más rica, más potente y más industriosa». Ahora, el futuro pone sobre las vías otra posibilidad, lo que demuestra que el tren no solo pasa una vez.

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