
María Fernández Ruiz, traductora y escritora
«La ELA no trae nada bueno, la gente sí lo hace»María Fernández Ruiz, traductora y escritora
«La ELA no trae nada bueno, la gente sí lo hace»María Fernández Ruiz, logroñesa de 33 años, descendiente de Ventas Blancas, ha publicado el libro 'Helada', ilustrado por Jorge Martínez, sobre cómo ha vivido el diagnóstico y la ELA que sufre su tía, destinando los beneficios de las ventas a la asociación VencEla. Graduada en Traducción e Interpretación, con máster en Traducción Audiovisual, trabaja como coordinadora de una escuela de inglés en Logroño.
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– Normalmente, escriben estos libros testimoniales los afectados directamente, no los familiares. ¿Por qué lo escribió?
– Yo siempre he escrito, es algo que siempre me ha ayudado a expresar lo que siento y a ordenarlo. Nunca lo había mostrado al mundo, solo se lo enseñaba a amigos cercanos o lo publicaba en Instagram. Esta vez, la causa es tan poderosa que no podía quedarme de brazos cruzados, sin hacer nada. Quería ser útil y ayudar de verdad. Recaudar fondos para VencEla fue lo más tangible que se me ocurrió para empezar. Cuando pensé en el cómo, enseguida tuve claro que tenía que ser escribiendo porque es una de las cosas que más me gusta hacer en la vida. Además, no hay mucha literatura sobre el tema escrita por familiares y también quería visibilizar, de algún modo, el duelo por el que pasa el entorno de los afectados, quería acompañar a otras personas que pasan por lo mismo.
– ¿Y qué le ha parecido a su tía?
– Le pareció un gesto muy bonito y digno de admiración que quisiera escribir un libro para recaudar fondos y ayudar a los enfermos de ELA donando todos los beneficios. Está muy orgullosa de mí, aunque es mutuo, yo también estoy muy orgullosa de ella.
– El libro, la enfermedad o ambas cosas han repercutido en todo Ventas Blancas, que se ha unido para recaudar fondos para VencEla. ¿Siente que, dentro de lo malo, ha habido algo bueno?
– Sí, definitivamente. El pasado domingo se celebró un mercadillo navideño en el que hubo una degustación y otras actividades. Fue muy emocionante porque toda la familia nos sentimos muy arropados. Yo había llevado 50 libros que se acabaron en dos horas, fue una pasada, ya no sentir, sino ver y casi poder tocar el cariño de todos. La enfermedad no trae nada bueno, la gente sí lo hace. También trae aprendizajes constantemente.
– La pretensión, asegura en el libro, es «ayudar a otras personas que pasan, pasaron o pasarán por lo mismo». ¿Siente que a su tía le ha ayudado?
– Con esa frase me refería más a otros familiares, pero sí. Quería que al leerlo empaticen o se sientan identificados con lo que yo siento, que sepan que no están solos, que es muy normal sentirse mal en esta situación y que mejora con el tiempo. A mi tía, al principio, le daba un poco de respeto la exposición que supone ser la protagonista de un libro, pero ahora está contenta.
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–Al fin y al cabo, es una narración de cómo asumir la enfermedad para dar a atender a los que la sufren que no están solos, ¿es así?
– Sí, pretende ser un compañero para todos. Seguro que los afectados que lean el libro se pueden sentir identificados con algunas emociones y asomarse a lo que sienten los familiares.
– Y, también, saber que hay esperanza, ¿no?
– La esperanza es lo último que se pierde, ese quería que fuera un poco el mensaje. Ojalá seamos más rápidos que la enfermedad y, si no, ojalá podamos frenarla.
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