«Cumplirlo, mejor que soñarlo»
Riojanos viajeros ·
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Los albeldenses Fernando Antoñanzas y Beatriz Martínez han recorrido el continente de sur a norte, desde Sudáfrica hasta EgiptoHace un año los jóvenes riojanos Fernando Antoñanzas Torres y Beatriz Martínez Cámara residían en Chile, donde este doctor en Energía Solar por la Universidad de La Rioja investigaba en la Pontificia Universidad Católica de Santiago. Antes ya había residido en EEUU e Italia. ... Lo suyo, sin duda, es viajar. Desde Chile ya visitó otros países americanos, como Bolivia. Su nueva aventura le ha llevado a recorrer África en los últimos meses, siempre acompañado de su pareja, Beatriz.
Los albeldenses han recorrido el continente de sur a norte, desde Sudáfrica hasta Egipto. Y lo más singular ha sido el cómo, no en vehículo particular, no en moto o en bicicleta sino, más precariamente aún, «en transportes públicos y haciendo autostop», de manera que, detallan, han ido «enlazando los grandes lagos africanos y posteriormente, siguiendo el Nilo, hasta el Mediterráneo».
Durante el trayecto, que ha durado más de siete meses, partiendo de Ciudad del Cabo y llegando a El Cairo, han atravesado catorce países y recorrido aproximadamente 35.000 kilómetros. Y la mayoría de las noches han dormido al raso, en tiendas de campaña, reconocen, «escuchando muy de cerca a los elefantes y a las hienas en Botsuana, el zumbido de los mosquitos en Mozambique, la música atronadora hasta el amanecer en Malawi, las mugidos de las vacas de los masai en Tanzania, los tiroteos de 'kalasnikov' de los samburu y turkana en Kenia y los mantras religiosos en Etiopía».
«Cumplir este sueño ha sido mejor que soñarlo», admiten Fernando y Beatriz, porque, explican, «durante el viaje hemos conocido a personas increíbles que han hecho posible esta aventura abriéndonos sus casas y corazón de forma desinteresada, llevándonos en su coche o camión largos trayectos o compartiendo un té con nosotros, entre un largo etcétera de hospitalidad, en muchos casos por parte de los que menos tienen». No esconden que «un viaje en África de esta forma es pura improvisación», pero también han contribuido al desarrollo del continente aportando su pequeño grano de arena. Por ejemplo, han ayudado a construir, con bloques de adobe, «la única sala de maternidad en seis horas a la redonda en el lago Turkana para alguna de las tribus más primitivas del continente».
También pueden 'presumir' de haber «ascendido al monte Kenia, buceado con tiburones, acampado en pirámides y vivido un golpe de Estado en Sudán». Lo que la mayoría no viviremos en toda una vida ellos lo han hecho en menos de un año. «El ritmo del viaje lo hemos marcado nosotros y las temporadas de lluvias, que hemos esquivado, reduciendo el riesgo en los traslados y la posibilidad de contraer enfermedades», apuntan.
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