Cornago cierra un año más, y van diecisiete, sus Jornadas de Artesanía Medieval que durante dos días han llenado de visitantes las calles del pueblo atraídos por un completo programa y por la singularidad de su casco urbano, con el castillo y la iglesia dominando la zona desde la parte más alta.
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El sábado no hubo combates cuerpo a cuerpo de los soldados, se reservaron para el domingo. Las luchas individuales y de grupo tuvieron lugar en el interior de la fortaleza medieval. El público, tanto en el patio como en las almenas, animó a los luchadores que se enfrentaban entre ellos hasta caer al suelo con sus pesadas armaduras. Ganó el que quedó en pie. Después, los guerreros atendieron a los niños y adultos que querían posar con ellos o golpear con las espadas o mazas en los cascos y mallas.
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La animación callejera, actuación musical, los monjes con la sopa boba, los puestos de alimentación (repostería, patatas y chorizo asado, crepes), hidromiel, cuchillos y navajas, bisutería, aromas, así como degustaciones de champiñón y chorizo, entre otras, formaron parte de las propuestas de ayer, además de la cetrería, campamento de cruzados, cantina, tiro con arco y oficios de antaño (tallas de piedra y madera, cestería, fragua, etcétera).
Para comer se preparó junto al hogar del jubilado una enorme paella. El tiempo acompañó y por la tarde las espadas se enfundaron, hasta el próximo año.
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