Secciones
Servicios
Destacamos
Es lunes y, como en todas partes por estas latitudes, cae la noche sobre Santurde de Rioja, confundiéndose aún con la tarde (maldito cambio de hora). Hace frío y las calles están vacías, aunque en torno a los dos bares de la localidad se percibe algo de movimiento. Son un puñado de parroquianos, de los 277 con que el padrón comenzó el año 2022, según los datos del INE, aún por actualizar.
Santurde de Rioja es un pueblo coqueto y, sobre todo, atípico. Son pocos vecinos, pero sigue teniendo escuela, a la que acuden cada día una veintena de niños. Hace pocos años estuvo a punto de cerrarse, por falta de alumnos. Afortunadamente, a la hora del recreo y después de las clases, se sigue escuchando la algarabía infantil, risas y futuro, porque los pupilos son eso, el antídoto más eficaz contra el vaciado de los pueblos.
Además de escuela, con todas las facilidades que el Ayuntamiento puede poner de su parte para hacerla atractiva y que siga viva, la localidad tiene escuela de música y banda municipal, algo que pocas con ese número de habitantes, o quizá ninguna, pueden decir. Huelga decir que todo esto no es por casualidad, sino fruto de mucho trabajo.
Y, además, el municipio cuenta con una biblioteca. A la hora de la cita, hay reunión entre las cinco voluntarias que la atienden, a razón de una por día, de lunes a jueves, dos horas por las tardes. El primer sábado de mes también abre por las mañanas; en verano hay una sucursal en las piscinas municipales y en invierno, también en el bar.
En una de las estancias están Yolanda Blázquez, Alba Llopis, María Deheso, Marta Muñoz y Lara Montoya. Están preparando la semana, coordinándose. Seguramente en otros sitios también, pero en Santurde de Rioja el voluntariado tiene una fuerza inversamente proporcional al tamaño de la población: es muy grande. Desde fuera, al menos, se aprecia una localidad unida, en la que nunca faltan manos cuando se trata de organizar y poner en marcha cualquier actividad.
La biblioteca es otro ejemplo. Lleva en funcionamiento desde hace siete años, cuando el Ayuntamiento decidió trasladar a lo que antaño fue la casa del médico y también de la farmacéutica muchos libros y algunos ordenadores que se encontraban en el edificio consistorial. El alguacil y algunos ayudantes rehabilitaron el inmueble para adecuarlo a su nuevo uso y unas cuantas madres se pusieron de acuerdo para atenderla, porque sería imposible contratar a alguien. Así empezó todo.
El trasiego es continuo en el edificio, que cuenta con una sala de cultura, de lectura, otra para las asociaciones, ciberteca y una sala de usos múltiples. También por allí hay una estancia para celebrar cumpleaños, pero esto es aparte. Hay un club de la lectura, que se reúne todos los jueves, con más de veinte participantes. También hacen labores (ganchillo, punto de cruz, etc). «Nos enseñamos unas a otras», dicen. En ella se organizan charlas, talleres y se edita una revista, 'Pío Pío'. El último ejemplar recoge los microrrelatos que se presentaron al último de los dos concursos organizados también desde la biblioteca, que es mucho más que eso: es un centro neurálgico de la vida de la localidad; un lugar de encuentro en el que cada día se hace pueblo.
«Lo importante es que haya actividades y cultura para todos entre semana en la medida de nuestras posibilidades, porque el Ayuntamiento nos ayuda, pero nos supone mucho esfuerzo personal, ya que cada una tiene sus quehaceres», indican. El resultado –reconocen– «es algo que no podría ni soñar un pueblo de estas características, impensable». El exalcalde, Isaac Palacios, reconvertido en escritor durante la jubilación con su primera novela narrativa, 'Vaniares', recién salida del horno, indica que «el pueblo reconoce el trabajo que hacen».
Calculan que en las estanterías habrá unos 4.000 libros, casi todos donados. Tienen que contarlos, pero ya lo harán cuando acometan otro de sus proyectos próximos, que es el de informatizar los fondos, acceder a ellos a través de Internet, crear un catálogo, etc. Todo se andará. También tienen muchos libros repetidos, que se venden y con el dinero que se obtiene revierte en comprar otros o en una buena chocolatada, por ejemplo. El servicio de préstamo no tiene normas: viene alguien, se lleva un libro, se le apunta y ya lo devolverá, sin plazos. «Nunca ha habido problemas», dicen. En agosto prestaron 34 libros; en noviembre, 19. Así es esta biblioteca, un ejemplo a seguir.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.