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MARÍA CARO
casalarreina.
Lunes, 30 de agosto 2021, 02:00
José Ignacio Amelivia se jubiló después de más de 30 años de servicio al Ayuntamiento casalarreitero. Es tal el aprecio y las simpatías que ha suscitado en su entorno, que el Consistorio organizó un homenaje en el polideportivo municipal, al que acudieron centenares de vecinos ... y visitantes, además de todos los alcaldes vivos de la democracia. Desde aquí quiso enviar un saludo a todos los vecinos de Casalarreina y su colonia veraniega, «todos se lo merecen», añadió con emoción.
– ¿Qué funciones desempeñaba en el Ayuntamiento?
– Era un pequeño encargado que organizaba al personal y todas las actividades que se hacían en el pueblo, como fiestas, eventos especiales,... un poco de todo.
– Después de 30 años y tanta actividad, ¿qué se lleva?
– El cariño de la gente, más cosas inmateriales que materiales. Pero en un sentido más concreto, lo que ha progresado Casalarreina. Cuando yo empecé a trabajar tuve que llevar un destornillador porque no había ni eso en el Ayuntamiento. Y también alguna estantería de la tienda que tenía yo antes, que tampoco había. Ahora echo la vista atrás y veo todo lo que se ha avanzado, poco a poco, porque todo cuesta mucho. Todos los alcaldes se han preocupado de su pueblo, todos han ido poniendo su granito de arena. Yo estaba ahí de comodín de todos, sin más.
– ¿Ve muy cambiado Casalarreina desde que empezó?
– Muchísimo. La zona de las piscinas, antes era un camino de cabras y ahora hay un paseo que da gusto entrar, con el campo de fútbol, el polideportivo, la pista de pádel, el área de caravanas, la pasarela, etc. Y por el pueblo, la zona de la avenida, donde están todos los bares, antes era la carretera nacional a Burgos, y mira ahora, lleno de terrazas donde la gente pasea tranquilamente.
– Después de tantas horas de trabajo, ¿qué es lo que más va a echar de menos?
– Nada (ríe). La verdad es que te encuentras un poco raro, porque siempre estaba pendiente de todo. Hoy me he levantado pensando que serían las fiestas de San Vítores y cómo habrían dejado los jóvenes la fuente Pobes; que habrá que ir a recoger aquello.
– Y ahora, ¿qué va a hacer?
– Tengo tres nietos con los que voy a jugar lo que quiero, y atenderé a mi familia, que no he podido hacerlo como hubiese querido.
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