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Son 25 chicas descendientes de Cervera del Río Alhama a las que no les dejan bailar. Al menos, no les dejan bailar en condiciones de igualdad. La tradición dice que los danzantes de la Gaita deben ser jóvenes en masculino. Y las dos cofradías de la localidad, la de San Gil y la de Santa Ana, así lo han aprobado en sus estatutos y en su normativa interna, a pesar de que la mayoría de estas mujeres forman parte de alguna de las dos.
El revuelo comenzó en 2016, cuando varias chicas quisieron incorporarse al baile de la Gaita y, al hacerlo, se paró la música. Alguien ordenó a los gaiteros que dejaran de tocar porque había mujeres dentro del baile. Desde el primer momento, el asunto se polarizó, o eras de un bando o del otro. Y con el paso de los años las opiniones se radicalizaron.
Los hay que creen que las costumbres deben cambiar para adaptarse al devenir de los tiempos, es decir, que la incorporación de las chicas a este baile no implica que la tradición se vaya a modificar o perder. Y en el lado contrario están quienes consideran que una tradición es una tradición, que no debe cambiarse, que la Gaita es un baile exclusivamente de chicos y que así tiene que seguir siendo.
Tras varios años de rechazo, estas jóvenes se agruparon en la llamada Gaita Mixta, de la que forman parte de manera fija tres hombres y que suele danzar en las festividades de Santa Ana y de San Gil por detrás del grupo exclusivamente masculino, de sus músicos y de las autoridades que acudan a los festejos. Es decir, son las últimas de la fila. Incluso se han visto obligadas a contratar a sus propios gaiteros, porque la música de los danzantes 'oficiales' no es para ellas.
Irene Morales es una de las integrantes de esta Gaita Mixta. Asegura que lo único que pretenden es tener el mismo derecho que ellos a bailar. «Somos conscientes de que podemos crear un grupo independiente y hacer lo que queramos, pero el objetivo de nuestro movimiento es que en Cervera ya hay un baile, que es la Gaita, y nosotras queremos poder formar parte de ese baile, no crear otro paralelo», defienden.
Desde que toda esta polémica salió a la luz ha habido muchas localidades y asociaciones que les han invitado a bailar en sus propias celebraciones, como es el caso de Fitero (Navarra) o Calahorra. También grupos de danzas se han ofrecido a compartir su espacio: cuando eran invitados a algún acto, pedían a la Gaita Mixta que les acompañara para mostrar así el apoyo que les ofrecen. Este es el caso del grupo logroñés Aires de La Rioja, que les invitó a bailar juntos en la fiesta de San Mateo.
Fuera de nuestra región, estas chicas se han puesto en contacto con grupos de folclore y danza tradicional que se encuentran en una situación similar, por ejemplo con el de Ochagavía, para compartir experiencias y apoyo.
Pero es que, además, la polémica ha cruzado las fronteras riojanas a través de los medios de comunicación nacionales. «Siempre hemos querido que el revuelo se quedara en Cervera y que se solucionara en Cervera. Pero es verdad que la situación está siendo tan llamativa que, cuando cuentas lo que está pasando, la gente se sorprende. Es un tema que, en el momento que sale a la luz, se hace muy mediático. Nosotras no hemos buscado ese foco de atención, pero es verdad que cuando nos lo hemos encontrado y nos han preguntado, decimos lo que nos ha pasado, no nos inventamos nada», aseguran desde la Gaita Mixta.
A finales del pasado año, las dos cofradías cerveranas votaron sus estatutos y, posteriormente, la normativa que los regía. Por abrumadora mayoría, en las dos se rechazó la presencia de las mujeres en el baile tradicional de la Gaita, al defender que son solo los jóvenes quienes deben mantener esta tradición. Ante estas votaciones, las mujeres de la Gaita Mixta expresan su opinión: «Nosotras pensamos que una votación sobre si las mujeres tenemos derecho a participar en algo de nuestro pueblo está fuera de lugar, que las chicas podamos bailar igual que lo hacen los chicos es un derecho. Entonces, que se vote ese derecho nos parece que no tiene sentido. Por supuesto, rechazamos esas votaciones. De hecho, nosotras nos negamos a participar en ellas, siendo conscientes, también es verdad, de que, aunque votáramos, el resultado iba a ser de una mayoría clara por parte de la gente que no nos quiere en la Gaita».«Nos da mucha pena porque nos gustaría tender la mano a los danzantes masculinos de la Gaita y darles la fuerza que tienen, porque si ellos se plantaran ante la cofradía, la cofradía tendría que ceder. Si los chicos jóvenes dijeran 'o bailan ellas también o no bailamos', a la cofradía no le quedaría otra. Pero es verdad que, en este caso, chicos y cofradía piensan igual. Y es triste, porque algunos de estos chicos forman parte de nuestras cuadrillas el resto del año, pero cuando llegan estos días, la relación se vuelve muy fría», finaliza Irene Morales.
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