Las catas arqueológicas precederán a la obra de cimentación de la ermita de Ajuarte

El pasado está por estudiar; su futuro, por escribir. El alcalde, Félix Caperos, rezuma ilusión cuando habla de los planes para el templo, que, pese a su abandono y a los usos dados al mismo en manos privadas, aún exhibe la robustez de su fábrica y elementos de interés, como arcos, canecillos y restos de pinturas en sus paredes.

El Ayuntamiento se hizo con el templo en el año 2023, cuando la compró a un fondo de inversión americano por 40.000 euros, incluido el terreno circundante, de casi 14.000 metros cuadrados. Culminaba así una vieja aspiración. «La ermita ha estado siempre en el imaginario de Casalarreina y tiene un alto valor patrimonial y, para nosotros, emocional», indica el regidor, que ve en ella «un reclamo turístico, patrimonial, artístico y económico», como parte central de un futuro parque para el disfrute de vecinos y visitantes, ubicado en un lugar estratégico por su proximidad a las comunicaciones viarias. Caperos también se anticipa a las posibilidades que la ermita, una vez restaurada, brinda como un recurso cultural más de la localidad, al sumar el arte románico al gótico y renacentista que atesora el monumental monasterio de Nuestra Señora de La Piedad.

El Ayuntamiento va a parar el deterioro de este singular templo. Para dar más pasos deberá «acudir al socorro de las administraciones públicas, tanto el Gobierno de La Rioja como el de España, y decirles que nosotros hemos hecho la compra, pero no podemos afrontar en solitario su rehabilitación futura», expone el alcalde.

De momento, dentro de la orden de ermitas se ha conseguido una subvención de 90.000 euros para consolidar el edificio, que se sobreeleva sobre una suerte de islote, al que le han relegado las labores agrícolas que han ido arañando la tierra alrededor de él y afectado a su cimentación.

El arquitecto municipal ha elaborado un proyecto que contempla un relleno de tierra y la creación de una escollera alrededor del mismo, antes de lo cual debe realizarse una supervisión arqueológica del terreno, adjudicada a 'Rubén Aitago', para ver si sus entrañas encierran algo o no.